Lo que pasa mientras no escribo, es lo que intento de uno u otro modo queriendo vivir, es la vida misma que me llama a entretenerme en otras cosas, en otros pensamientos que me alejen un poco de estar razonándolo todo. Juego, mientras no escribo juego constantemente a no dejar de ser un niño, con todo y la edad que tengo. Intento sorprenderme día tras día nuevamente de algo muy sencillo, mientras planeo nuevas formas de hacerle el amor a algo más que la almohada.
Cuando no escribo pienso, y existo de otro modo muy distinto que no alcanzan lamentablemente a plasmar mis parcas letras, sueño un poco y me despierto a menudo mascando nuevas ideas. Leo entre líneas textos inconclusos con ideas que no termino por aterrizar del todo, pero siempre desde hace algún buen tiempo, miro sólo hacia adelante. Me he propuesto firmemente el hacer algunas cosas que a la vista parecen complicadas, no dejar de tener siempre algunas cosas más pendientes para cuando no tenga en qué ocuparme.
Siempre miro a la distancia, escucho voces de quienes ya se han ido, les rindo tributo a mi modo y me esmero en no olvidar las cosas importantes, pero estoy hecho un rollo de asuntos sin terminar. Mientras no escribo me dedico un poco a la contemplación, a la experimantación activa de cuanto se me ocurre o miro simplemente. Noto cómo crece el largo de mis uñas y mi cabello, pasan los días y definitivamente no me hago más joven, y sin embargo, no dejo de reconocer, que no asimilo la edad que cargo encima, será por eso que siento dentro mío una extraña sensación de cosas inconclusas, pero creo firmemente que no me he alejado del camino, y entonces después de agradecer las cosas que tengo y las que no, de nuevo me pongo a escribir. |