Un capitán cometió un delito que era severamente castigado en su planeta. En consideración a las heroicas batallas libradas anteriormente se le conmutó la pena de muerte por la del destierro, así que se le entregó una nave con un mínimo de provisiones con la condición de abandonar el sistema solar en un corto plazo y no regresar nunca so pena de morir en la hoguera.
Pero, cuando cruzaba cerca al planeta azul, su nave se descompuso y vino a estrellarse en una playa desierta. Así que el capitán estudió su situación y encontró que necesitaría ayuda para intentar reparar su nave y abandonar pronto el sistema solar, antes de ser descubierto por los esbirros que recorren los planetas en busca de delincuentes.
Y se encontraba meditando sobre su precaria situación, lanzaba piedrecillas y conchas al agua mientras estudiaba cómo reparar su nave sin tener los repuestos requeridos, en un planeta desconocido, obligado a esconderse, con provisiones escasas......
De pronto se vio sorprendido por los ojos de una doncella que corría descalza por la playa y se encontró de frente con dos azules y reposados lagos y a través de ellos pudo contemplar, extasiado, los paisajes remotos, lejanos de las galaxias mil veces recorridas......
Estupefacto, se quedó inmóvil, pero ella, curiosa, se acercó. Lo examinó de pies a cabeza y de pronto tomó su mano, con un gesto compasivo... entonces, él sintió la explosión de los volcanes de su planeta rojo.
Cuando ella preguntó de dónde venía, el sintió el murmullo del agua y estuvo a punto de romper a llorar. Ella entonces le hizo sentar, acomodó la cabeza de él en su regazo y le consoló... le enseñó acerca del otoño y señaló su balcón, desde donde se veía azul el mar y se escuchaba a las olas romper en la playa. Y poco a poco fue haciendo que el capitán recuperara su fe en la vida, su dulzura, sus palabras, la sonrisa.....
Y el capitán decidió arriesgarse y escogió esconderse en esa playa, y contar sus aventuras a la doncella, refugiados cerca a la chimenea....y de pronto, se encontró lejos de su mundo, en una tierra ajena, dispuesto a quedarse junto a esa dulce doncella que el destino puso frente a él, decidido a cometer de nuevo el delito que lo había traído a esa playa: había amado demasiado.
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