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Inicio / Cuenteros Locales / borarje / Tango a 33 1/3 rpm

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Bailar tango, repetía mi padre, es caminar con firulete; la mujer seduce y el hombre conduce.

Cuando en el paladar sentíamos aún el sabor exquisito del fricasé de ternera, combinación de aromas del laurel, de tomillo y de perejil, la invité a pasar a mi departamento para beber una copa. Cuando me dijo que sí apuramos el resto del Corton des Faiveley, cosecha del 2004 -un gran Borgoña-, y abandonamos aquel restaurante.

En pocos minutos estábamos los dos en mi departamento, solos, en un ambiente de gran intimidad. En lo primero que ella se fijó fue en los cromos que visten los muros. Parejas bailando tango, Maravillosas obras de artistas como Bill Brauer, de Richard Judson Zolan y de Aline Bureau...

--Amas el tango... –Sonó más a comentario que a pregunta.
--Herencia de mi padre, quien me enseñó a entenderlo y a quererlo –respondí.
--Pues vaya herencia has recibido; lo mejor que nos pueden dejar los padres son sus buenas enseñanzas.
--Y me dejó algo más...

La conduje hasta una estantería en donde guardo, perfectamente ordenados por autor, más de dos centenares de discos; viejos discos de acetato con sus fundas originales impecables. Algunos Long Play, de 33 1/3 rpm, otros sencillos de 45 rpm.

--Un tercio de ellos son de tangos –le dije –mira, son los de este lado.

La percibí asombrada mientras miraba aquella gran colección de viejos discos.

--Nunca tuve en mis manos uno de estos... --dijo –¿Los escuchas? ¿Tienes en donde escucharlos?
--Desde luego...

Entonces eligió uno, me lo ofreció; pidió sin palabras que le permitiera escucharlo.

--Gardel, el mejor de todos los tiempos...

Levanté la tapa de la consola, elegante mueble de madera reluciente. Dejó ver la tornamesa con cambiador automático de discos. El último grito de la tecnología en los años 60's. Saqué el disco de su funda sin tocar los surcos con los dedos. Lo limpié por ambas caras con un cepillito de gamuza. Elegí 33 1/3 rpm y lo introduje en el eje. Encendí los demás controles y así revivimos a Carlos Gardel, quien comenzó a cantar para nosotros.

“Corrientes tres cuatro ocho,
segundo piso, ascensor;
no hay porteros ni vecinos
adentro, coctel y amor...”

Mi mano se posó en su espalda, flexioné levemente las rodillas y la miré a los ojos.

--Nunca he bailado tango –dijo.
--Bailar tango es caminar con firulete; la mujer seduce y el hombre conduce.

“...Pisito que puso Maple,
piano, estera y velador...”

Mi mano en su espalda indicó un paso de costado sosteniendo la flexión de las rodillas.

Con un paso hacia adelante crucé su pie derecho; ella, retrocediendo cruzó su pie izquierdo. Ya no estábamos frente a frente.

“...un telefón que contesta,
una fonola que llora
viejos tangos de mi flor,
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor.“

Manteniendo la posición del pie derecho avancé con el izquierdo; ella se afirmó con el izquierdo y retrocedió  el derecho.

“... Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos...
Y todo a media luz,
crepúsculo interior,
que suave terciopelo
la media luz de amor.”

En un juego de seducción moví el pie derecho hasta juntarlo con el izquierdo a la vez que giraba su hombro derecho con leve movimiento hacia atrás, ésto la obligó a cruzar su pie izquierdo por delante del derecho. El hombre es el que manda; el hombre decide dónde y a qué velocidad.

“...Juncal doce veinticuatro,
telefonea sin temor;
de tarde, té con masitas,
de noche, tango y amor;
los domingos, té danzante,
los lunes, desolación.”

Ella quedó obligada a retroceder su pie derecho afirmando el izquierdo; avancé con mi pie izquierdo.

“....Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes
como en botica... coco,
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.”

Este envión nos obligó a realizar un paso al costado; ella con su pie izquierdo y yo con el derecho. Ambos juntamos los pies; ella con un movimiento del derecho y yo con el izquierdo.

“... Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos...
Y todo a media luz,
crepúsculo interior,
que suave terciopelo
la media luz de amor.”

Rompiendo el equilibrio se recostó sobre mi pecho.

--¿No te importa si dejamos la copa para después? --Le pregunté al oído

--En absoluto...




En Cancún, costa mexicana del Caribe.



Texto agregado el 15-01-2007, y leído por 1462 visitantes. (25 votos)


Lectores Opinan
22-01-2008 Sos todo un seductor, evidentemente hombre! ¡Muy bueno el cuento!!!***** MujerDiosa
12-01-2008 Wuaoo!!! ¡Qué hermoso! ¡Simplemente, magistral! Me has dejado erizada con mi corazón galopando por la profundidad de tus letras que sabes hilvanar, de forma tan perfecta, hasta tejer una obra como ésta. Toditas las estrellas y estrellitas de tu cielo de Cancún. Un fuerte abrazo. Sofiama
18-11-2007 Fabuloso.Excelente.Cualquier ellogio de mi parte es poco ante tan magistral toque de encanto y seducción al lector en este tango inmejorable.Le dejo mis cinco que en verdad son pocos para premiar este bello cuento. mapata
18-11-2007 Fabuloso.Excelente.Cualquier ellogio de mi parte es poco ante tan magistral toque de encanto y seducción al lector en este tango inmejorable.Le dejo mis cinco que en verdad son pocos para premiar este bello cuento. mapata
18-11-2007 Fabuloso.Excelente.Cualquier ellogio de mi parte es poco ante tan magistral toque de encanto y seducción al lector en este tango inmejorable.Le dejo mis cinco que en verdad son pocos para premiar este bello cuento. mapata
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