Y es ese olor en el techo
el que se aferra a mi cabeza
Cada vez que entro en aquel antro.
Y es la muerte en fragmentos
lo que me desconcierta
Porque juraba que se habían cansado
los fantasmas
Y la que se cansó fui yo.
Y son esos gritos.
Y son esas dagas incrustadas en la nunca
Una y otra –Y otra más-
casi una moda
Y el cuello manchado.
Y el vestido roto.
Y son más de mil pequeñas puntas:
mil alfileres sosteniendo ideas;
mil alfileres anclando cabellos
enterrados en la gran mente.
Derramando pensamientos
y derrumbándolo todo.
suave...
deliciosamente roja
cae en gotas sobre el nácar.
suave la tela que cubre a la infanta
suave sus párpados
sus llantos y súplicas.
Texto agregado el 15-01-2007, y leído por 105
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
23-01-2007
en el dolor, no entendemos, cuando pasa comprendemos. Uno que debemos continuar y es mejor poner buena cara. sino no salimos del dolor guardado en el alma, ya que se acostumbra. marsolesca
15-01-2007
Pues a mi me gustó, y mucho... churruka
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