DIGASE DE CUALQUIER RELACION CON OTRO
Que lo que me gusta te cae mal, sin embargo todo lo que quiero lo tienes tu, y yo siempre pienso que me falta ese no sé qué, que me hace delirar. ¡Qué ingrato, qué desilusión! A cada instante sufro de melancolía por saber qué sientes , qué buscas , qué esperas de mí.
Y, yo, qué puedo hacer contigo, qué quiero, qué busco, que espero de tí.
Y me parece que lo tienes todo; pero, me lo niegas con tal naturalidad que lo acepto humildemente.
¡Oh! Y qué he de reclamar, si lo que yo tengo no te lo quiero dar, creo que todo me lo quieres quitar; me reprimes, me atemorizas porque todo me lo vas usurpar.
Será qué como yo creo que tengo la razón y la verdad, que yo sé de qué estás hecho, que yo sé qué es lo que tú quieres, entonces me resguardo escondiendo mis tesoros. Pero, qué vanidad hace que tú te guardes los tuyos y no quieras compartirlos.
Por qué ese trato agrio, la indiferencia, los reclamos de todo y de nada, el diálogo austero, el monólogo inquietante, las conclusiones apresuradas que revelan la farsa de estar juntos, pero cada uno por su lado, la ilusión de esperar algo del otro que nunca vendrá, la obligación de sostener lo insostenible. Hasta dónde llega el vacío, dónde termina la nada.
Qué juego improvisado llevaremos a cabo para seguir mostrando todo lo que hacemos el uno por el otro, sin dejar de pensar en sí mismo, sin que el otro note el engaño.
Buenas las teorías que te componen el discurso de cómo se edifica una relación, de lo que hay que perder para después ganar, de lo que hay que tolerar para después ser tolerado, del respeto mutuo, de la comprensión, de, de, de. Ya ni tú ni yo nos creemos ese enunciado enarbolado en la cúspide de las verdades, sin embargo lo seguimos predicando, parece justo, aunque pase por otro lado, aunque en verdad se hace lo contrario.
Hemos de sostener esta relación porque estamos acostumbrados a ella, porque no hay ni mejores ni peores, porque dejarla sería un esfuerzo desmedido en relación al beneficio que se obtendría, porque nos liga en la vida lo que hicimos juntos, porque no nos quedaron ideas propias, todo lo mío es tuyo, todo lo tuyo es mío, imposible de separar o repartir.
Cómo llegamos a esto: porque te di todo o porque me diste todo, porque lo que hicimos lo hicimos juntos: ganar, perder. Llorar y rabiar lo hecho, pero separados, para que no sepa el otro.
Y ahora que lo digo, lo veo más claro, hemos sido hechos el uno para el otro. ¡Ups!
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