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CONQUISTADAS


“El fumar trae cáncer o gatos.”
“Se puede dejar de depender del cigarrillo pero no de los gatos.”


Raquel Rehermann

Estas dos máximas son de mi autoría y para defenderlas irremediablemente tengo que contar mi historia :

A fines de noviembre hace tres años me quedé sin cigarrillos. De vuelta a mi casa traía un atado de Marlboro y un gato. Todo sucedió en unos pocos y fatídicos minutos. Vi que unos chicos tironeaban de un gato como si fuera Tupac Amarú.
Les quité el gato, salieron corriendo y gesticulando-me, los sermoneé sobre el derecho a la vida, y mil bla bla más.

Recién ahí, sola en la vereda con el gato en mis brazos me di cuenta. Lo ofrecí como si fuera de oro de dieciocho kilates y engarzado en diamantes. No tuve éxito, o la limosna era muy grande o me crucé con gente sumamente desconfiada. Juro que se lo ofrecí al señor del estacionamiento, a la señora del quiosco y al cura de la Parroquia. Subí a mi casa con la profunda seguridad de que había hecho todo lo posible por torcer el futuro, pero el futuro estaba en mis brazos, con forma de gato y como para quedarse. Cabe que cuente que hasta ese momento yo sostenía a viva voz, que mascotas no, que son ataduras, que pobrecita, que estaría sola durante el día, que las vacaciones, que los pelos y mil etcéteras más.

Mi hija adolescente se transformó sin que yo me diera cuenta en mi madre. Yo en una adolescente y el gato en mi batalla y mi bandera. Como sacándolas del “Manual de la Madre” dijo frases que ya se las había escuchado -pero a mi madre hace como treinta años-, que ella no se haría cargo, que la comida, que los pelos y mil excusas más.

Esa tarde de noviembre cometí -no como Borges el peor de los pecados- sino el primer error de una lista que dura por lo menos hasta hace un ratito. Ese encuentro lo viví como una adopción, como mi palabra empeñada ante esos cuatro delincuentes que la torturaron . Jamás me volví a cruzar con ellos pero los maldije esa tarde y mil tardes más.

Averiguamos sobre una veterinaria, resultó que había una a menos de dos cuadras y no la teníamos registrada. La llevamos, y conocimos a Daniel. Abrió al gato como si fuera un pollo a poner en la parrilla. Diagnosticó que es gata, que tiene dos meses de vida, que está sana y que iba a ser estupenda, lindísima, preciosa, ya van a ver... Mi hija y yo lo miramos y pensamos que nuestro primer contacto con un veterinario había sido desastroso, supusimos que estaba loco, que sencillamente era ciego o mil posibilidades más.

Sólo él podía decir que ese montón de pelos sucios sospechosamente del color de la miel y con más densidad que Japón pero en pulgas iba a ser estupenda. Cuándo ? le preguntamos. Dependería de nosotras su belleza ? Estábamos ante un veterinario o un vidente ? Con una sonrisa que no entendimos nos dio un menú apropiado para gatos (imprescindible para nosotras ese día e imposible de respetar los últimos tres años), también nos dio un cronograma de vacunas y vimos como nuestra gata ingresaba a su Banco de Datos, con ficha y todo. Compramos un recipiente para su baño, piedritas y comida balanceada importada. De más está decir que en la vidriera de la Veterinaria se abrió ante nosotras un abanico de cosas desconocidas cinco minutos antes, pero que por decreto, desde ese momento eran vitales para la crianza de nuestra gata y obviamente había que comprárselas. A ella le faltaban estas y mil cosas más.

Esa tarde tuvo efecto bisagra, hubo un antes y un ahora. Le pusimos María. Al poco tiempo nos dimos cuenta que en realidad ella nos adoptó a nosotros y que generosamente nos permite vivir en su casa. Le debemos mucho. Ahora sabemos ver una película con su cola en diagonal atravesando la pantalla de la tele. Aprendimos a leer un libro y al tener que pasar la hoja molestarla a ella que nos mira asombrada muy instalada sobre la hoja par. Le debemos estos y mil aprendizajes más.

Podría decir como dice mi tía Carmencita, sólo le falta hablar ! Pero, no ! No habla. No hace falta, y ... menos mal. Sabemos que ama la flechita del mouse de la compu que para molestarla hacemos aparecer y desaparecer en la pantalla. Desde muy cerca, casi encima observa nuestros dedos en el teclado y poniendo su mano sobre la nuestra acompaña nuestros movimientos. Le divierte el reflejo de los C.D. contra la luz, espera al lado del equipo de música para hacer su rutina. Sin ánimo de pavonearme les aseguro que podría contar una y mil situaciones más.

Yo sé cocinar, pintarme las uñas, enhebrar agujas y escribir con la gata a diez centímetros. Mi hija hace su tarea, juega al tetris, y pinta con ella a escasos cinco centímetros. Al salir de la ducha irremediablemente nos sometemos a su control : nos huele los pies haciéndonos cosquillas. Puede estar rodeada de adolescentes que la tocan y la molestan pero hace mérito hasta lograr no sólo permanecer y transcurrir sino ser el centro de la reunión. Ella nos acompaña a ordenar placares, a ver fotos, a leer el diario, a limpiar la casa. Resumiendo : donde está la acción está María. Con ella hacer estas cosas adquieren el rango de olimpíadas, y sin dudas es más complicado pero más divertido hacer con ella éstas y mil actividades más.

Sin embargo no todo es color de rosa. Ella le tiene mucho miedo al secador de pelo y eso me da migajas de poder. Ella odia las plantas y yo odio que ella las odie. En mi intento de acercarlas en el afecto (porque del otro acercamiento se ocupa ella cuando están a solas) hasta he llegado a pegarle al ver un cadáver de helecho arriba del sillón. Son definitivamente incompatibles, pero esto también lo entendí luego de llorar decenas de malvones y mil gajitos más.

Yo no sabía que la gente aparte de dividirse entre hinchas de Boca o River, peronistas y anti-peronistas también se divide en gateros y anti-gatos. Me animo a decir que María ha conquistado a varios anti-gatos, seduciéndolos con su andar y hacer ; yo sólo he colaborado humildemente con mis relatos sobre sus gracias y mil hazañas más.

De más está decir que dejé de fumar, pertenezco al grupo de los gateros, he incorporado sus necesidades a mis tareas diarias y a viva voz digo que ella es una generadora permanente de risa, ternura, y mil sensaciones más.

Texto agregado el 12-02-2004, y leído por 174 visitantes. (0 votos)


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