Cualquiera que los conociera podrían pensar que son una familia normal, como todos en el vecindario, pero había algo más, algo que nadie sabía,
era que las mujeres de la familia Concha eran unas brujas.
No eran del tipo de brujas que hace maldades y hechizos para lastimar a las personas. No, estás mujeres eran de otro tipo de brujas, no usaban magia de una varita como mostraban en los cuentos ni ollas ni escobas, estás mujeres tenían el poder de presentir cosas fuera de lo común, como si alguien estuviese pero nadie lo notase, podían saber que cosas iban a ocurrir mediante los sueños, veían secuencias del día siguiente por medio del Dejà-vú cuando cerraban los ojos, incluso eran visitada por los muertos a través de la noche en los sueños.
Un día Marcela, una amiga de la familia se acerco a una de las Concha y le dijo:
--Amiga, anoche tuve un sueño bastante extraño.
--¿Ah si?, ¿por qué no me lo cuentas?--pregunto la mujer sintiendo curiosidad por lo dicho.
--Pues soñé con mi hija mayor, pero la vi cuando era un bebé en su cunita, quise acercarme pero vi una serpiente que me impedía el paso y se deslizaba por la cuna, aunque nunca tocó a mi niña.
La mujer se detuvo, miró a Marcela y con voz triste le dijo:
--Esto no predice nada bueno, es señal de que algo muy malo ocurrirá en tu matrimonio--respondió mirandola a los ojos--. La serpiente es una mujer ajena que irrumpirá la quietud de tu casa, la cuna representan tu familia y tu hija representa que esa mujer tiene un hijo.
Marcela se fue a su casa un poco dudosa, pero ocurrió que dos semanas después lo dicho por su amiga paso, el marido de Marcela tenía una aventura con otra mujer y ésta a la vez tenía un hijo de 1 año, las Concha habían acertado otra vez con sus dones.
De todas las Concha, sólo pocas mujeres tuvieron aquel don con una fuerza intensa: Rosa, Paola y Natalia. Rosa lamentablemente falleció dejandole el legado a Paola y cuando a Paola le llegue el turno de dejar está vida le tocará a Natalia llevar aquel preciado legado obtenido por la familia hace ya cuatro generaciones.
Está historia me la contó la propia Natalia en una conversación, al principio no le creí, luego en una noche mientras la familia conversaba supe que era verdad, mas no me da miedo, son unas buenas personas y jamás le harían daño a nadie.
Naty Belmar. |