Comencé a tener problemas desde no sé cuándo.
Cuando platicaba con mi novio era más que obvio que si pasaba alguna mujer en minifalda, o con un escote pronunciado la conversación se interrumpia y era reemplazada por una serie de pensameintos que hacían que nuestra sangre irrigara más rápidamente nuestros corazones y no pudiéramos evitar ser objetos de un arranque de pasión.
Se agravió más el asunto cuando ambos comenzamos a notar al hacer el amor, en elmomento del clímax, que el contrario cerraba los ojos y murmuraba orgasmos ajenos.
Aceleradamente volvióse más importante el consolador que el falo.
Aceleradamente volvióse más importante el canal de Playboy que la lencería.
Comenzamos a cazar de manera independiente; buscando presas fáciles,
dóciles.
Yo me centraba en mariposas con miedo a la altura, y al aire tocando sus alas. Me convertía en ese aire, en el vértigo que recorría sus cuerpos, en su deseo.
Él, prefería bancos de peces, coloridos, acompañados, vistosos. Difíceles de accesar, pero una vez seducidos, manipulables hasta la médula.
Así lo conocí, y así la conocí a ella.
Ambos hermosos, hermanos.
Ella tenía lo suyo en los labios, en el busto. La sensualidad innata. Él presumía sus cuartos traseros, sus herramientas, y sus opalinos ojos relfejaban mis lágrimas.
----------??
Después de consolidar una amistad lo bastante fuerte como para que resistiera este tropiezo, me decidi a seducirla. Una figura femenina, por más íntima y familiar no deja de ser apetecible. Y un especímen masculino es siempre un buen pedazo de carne.
|