¿Cómo? Que lo que dije es despreciable. No te entiendo sólo dije que quiero acostarme contigo, quiero tener sexo contigo, es lo más sincero y verdadero que he dicho en mucho tiempo. ¿Y el amor? Me preguntas, bueno el amor ya lo tengo, lo que ahora quiero en este preciso momento es tener tu cuerpo. Quiero llenarme de sensaciones tangibles, agradables. O acaso no te gusto, no soy feo, estoy bien plantado; mira no soy un experto, pero puedo hacerlo bien si me ayudas; y seguro tú también lo disfrutaras mucho. Que con amor es mejor, dices. Tal vez, no lo niego es muy agradable, pero el amor lo complica todo, lo dificulta y lo tergiversa; y en cuanto al sexo, te diría que pervierte su naturaleza pura, con caprichos y celos, con sofisticaciones absurdas y prólogos interminables. Pero no me mal interpretes el amor es bueno, le da sentido muchas cosas, te hace parte de algo importante y te conmueve el alma. Sin embargo, de lo que te hablo hoy es de sexo ¿Y te animas o no?
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Pasaron noches y días repletos de placeres, de impresiones perdurables, de olores animales y de embestidas salvajes. Era toda una odisea para los sentidos, los cuerpos copados de visiones excitantes y fuertes estremecimientos.
Nadie nunca entendió mejor que tú lo que dije aquel día, en verdad nadie; realmente eres una mujer diferente de las otras. Creo que me estoy enamorando de ti.
Pero por qué te vas, no te vayas, vamos por lo menos dame una explicación, di algo, por favor...
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