Me van a fusilar, o cortar la cabeza, o ahorcar. Eligo que me ahorquen. Estamos en un siglo sin igual en donde los derechos humanos se ha corrido o se han ajustado a la moral y verdad de un nuevo dios, un mesías de los últimos tiempos. Uno de estos valores, uno de estos gestos de bondad es darle al sentenciado a muerte un día mas de vida con una chica que amó y perdió...
Soy ese hombre. Hago llamar a la chica que siempre he amado y hace mucho he perdido. La miro a los ojos, ella no sabe que voy a morir. Increíblemente nos vemos jóvenes, pero soy conciente de mi ultimo día de vida. La miro y no le digo nada. La miro y le pido abrazarla. Noto que el deseo quiere penetrar en mi alma, no la dejo. No deseo olvidarme de la vida, pues este ultimo día deseo llenarlo de alegría, contento, amor sin ataduras... La miro y le pido que me vuelva a abrazar. La miro a los ojos y lloro ante ella, lloro como un niño, como lo que soy. Ella se pregunta que es lo que me ocurre. No le digo nada. La miro y le pido que me hable, que me cuente como ha sido su vida. La escucho atentamente. La siento en cada latido que da mi corazón y siento que soy tan feliz escuchándola mientras noto como el día pasa y pasa como las cuerdas de un reloj. Ella calla, no deseo darle un consejo, nada, tan solo quiero verla y desearle lo mejor en su vida, en sus sueños. No deseo hablarle del pasado, no, no lo deseo, deseo escucharla y decirle que la escucho y la quiero para su bien. Caminamos por los viejos lugares en que caminamos. Miramos el hostal en donde hicimos el amor. Nos tomamos fotos. Vamos a la playa. Vemos el mar hasta que el sol se pone y todo comienza a descansar. Recuerdo que es el ultimo día de mi vida y siento que estoy muy contento. La miro, nunca he dejado de mirarla ni siquiera cuando he observado el mar, la tarde, el dic, el Sol, siempre la tengo en mi pensamiento, en mi alma. Quiero decirle que la quiero, pero callo, no deseo que lo sepa, no, deseo que lo sienta... Le digo que ya debo irme de su lado. Ella me pide que me quede un poco mas. Le digo que mejor lo dejamos así, que quede así, como el mas bello de todos los recuerdos... Ella quiere besarme. No la dejo. La beso en la frente. Le beso las manos. Vete ya, le digo. Y noto que todo se va desvaneciendo, todo menos yo... Es como un sueño mientras vienen a buscarme los verdugos de la vida.
Ya es de noche, ya todo esta acabando, ya todo se pone en angustia. Miro alrededor y veo a todos los hombres de la tierra escondidos tras sus casas. Me miran y murmuran que es el ultimo momento de mi vida. Camino hacia un altillo. Me ponen un capuchón. No, les digo, no por favor, deseo ver esta tierra hasta mi ultimo momento. Miro al cielo, cierro los ojos y siento que me ponen una cuerda en el cuello. ¿Quieres rezar?, preguntan. Gracias, les digo. Cierro los ojos y me pongo a reír. Todos creen que estoy desvariando, puede que si, no me importa pues en el último día de mi vida he sido la persona mas feliz de toda la tierra... No siento nada, por mas que ajustan la cuerda de mi cuello. Deseo verla, cuando el recuerdo me llega, y allí está, mirándome, hablándome, amándome, caminando hasta perderse en la total oscuridad, mientras siento que mi cuello está rompiéndose como una cuerda...
San isidro, enero del 2007
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