La mañana noctámbula
el sol incandescente
el viento apenas fortuito
imprudente y pasajero,
aliviana el pasar.
Y yo desde lejos camino
y la arena recibe mis pasos
los acaricia, los besa
estimula los pensamientos
trae mi mente al altar.
Y lo dice fuerte,
lo clama sin rencores,
sin permiso de la mente
busca y busca sin cesar.
La tarde aletargada,
la brisa susurra mis oídos.
los rayos ya cansados me acomplejan
y el silencio inerte del mar
hipnotiza mis oídos,
y despierta mis recuerdos.
La mente nuevamente me traiciona,
y en ese mismo instante
vuelvo a regresar,
sin permiso de la mente,
busco y busco, sin rencores
sin pensar, sin actuar...
Esta noche fué impaciente
la luna creciente,
la oscuridad iluminada,
el fresco de las once
trae consigo el descanso.
Prepara el alma para un nuevo destape
y seduce mis sensaciones,
sin permiso de la mente
arriba el sentimiento,
me confunde, me atrae
intenta esclavizarme, lo sé...
Camino recto entre las luces
me distraigo con la música
sumergo mi cabeza en vasos interminables
y oigo a la distancia una voz,
que busca, busca
y no encuentra,
que se disparó con una impresión
una similitud fatal
que me hirió por la espalda
y la impresión me retuvo en pié.
La condición de estupefacto
desarmó mis murallas
y todo volvió a comenzar...
Como la sombra con la luz,
la imagen se fué,
tan rápida como el recuerdo,
tan solitaria como la luz
que en sus sanas intenciones
intenta sanar,
pero como secreto a voces
para sanar las heridas
intenta vaciar la sangre,
secar la yaga
y recién volver a empezar
la noche es traicionera,
las maldigo...
compañías e ilusiones certeras.
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