Desde el establecimiento del Nuevo Orden, las conquistas planetarias habían marcado la agenda de las expediciones espaciales humanas. La Congregación Terrestre proponía convertir a la Tierra en el centro de la galaxia. Su objetivo era someter a los planetas enanos del sistema. Hasta hoy, nada se les oponía.
En Bardolia mientras tanto, sólo se aprontaban a la guerra…
-Estamos en órbita- gritó Martoon desaforadamente.
Dalina Hallson entró a la sala a tomar su lugar, mientras Sowe aparecía detrás de ella sin notar la presencia férrea del Capitán Lump. Martoon seguía impávido con los brazos extendidos sobre los controles.
Sowe miró a Lump y sólo pudo seguir la proyección de su mirada. Frente a ellos, la magnificente Bardolia.
Era un planeta enano, pero muy parecido a la Tierra, como un globo terráqueo a escala puesto en el centro del Universo. A la distancia, se veía como un punto de intenso turquesa al cual se dirigían en picada.
En la sala principal de la sonda, se encontraba Martoon. Era un viejo bastante recatado, de altura mediana. Tenía una espalda ancha con la que tapaba los controles y un bigote de morsa que cubría los gestos de su boca. Con el mismo traje negro que el resto, permanecía horas sentado frente al tablero. Podían pasar incluso jornadas completas en las que el piloto insistía frente a la pantalla con su moño blanquecino brillando en la penumbra.
Detrás de él, como cada fin de jornada de esa última semana, Dalina Hallson se reunía con el Capitán Lump a mirar la infinidad del universo, sentada en el borde del asiento mientras juega con sus dedos como una partida de dominó. Vestía con el mismo traje que había despertado hace una semana: un overall negro muy ceñido al cuerpo, con el que perfectamente podría camuflarse en la oscuridad como una serpiente errabunda.
No había destellos ni señales de vida en la profundidad espesa. Sowe, la cosmógrafa, había abierto el boceto de su mapa de navegación. En muchos tramos, coincidía con la ruta que seguía Martoon y en otros, parecía que el piloto se había dejado llevar por la intuición.
No sabían a qué distancia estaban, pero al menos contaban con el trazo dispuesto sobre el Mapa Galáctico. Sobre él, un punto brillante y fijo indicaba la ubicación de Tierra. La marca se encontraba rodeada de una serie de argumentos geométricos, figuras lineales y circulares, y una red que la vinculaba directamente con un segundo punto brillante, pero que parpadeaba incesantemente sobre la superficie atestada en la pared.
Por momentos Lump miraba fijo el parpadeo del punto rojo.
-Tengo mucho miedo, Capitán-sonó una voz a sus espaldas mientras éste recorría con el dedo el camino entre la Tierra y Bardolia.
- Ya no hay de qué temer, Doctora. Lo peor ya pasó
Por un momento, la mujer pareció perder la cordura:
-No sé cómo nos salvamos de los asteroides, Capitán.
-Ninguno lo sabe. Ninguno de nosotros recuerda cómo llegamos a esa nube de asteroides- La figura espigada del Capitán esquivo la mirada de Dalina: -Al menos teníamos este camino para seguir. Debo confiar en el Mapa y en el instinto de Martoon.
- Capitán, usted sabe lo que yo opino al respecto. Ni siquiera tenemos la certeza de ir en la dirección correcta- La doctora se complicaba cada vez que cuestionaba las decisiones de Lump. Este en cambio, respondía sin ninguna ofuscación:
- Ya no tenemos regreso. Lo mejor ha sido seguir este rumbo. El destino a veces es caprichoso, pero no infranqueable, doctora.
Mientras tanto, Martoon movía con destreza los controles que estaban frente a él. El piloto incluso había tomado la costumbre de hacer sus peritajes con una sola mano. En la otra, le gustaba apretar un colgante que llevaba en su cuello. Sabía que era importante, pero desde la colisión no podía recordar por qué. Al igual que todo mantenía vivo los recuerdos de sus puestos y no los de sus vidas. Martoon no entendía cómo, pero había preferido no preguntárselo más. Ahora sólo debía conducir hacia Bardolia. Concluir la misión y luego tendría todo el tiempo para reconstruir su vida. Más allá de las paredes de la nave, no existían recuerdos.
Martoon pensaba cómo pudieron ir a parar a esa nube de asteroides. Confiaba en lo que sabía, aunque no recordaba donde lo había aprendido. Aún así, estaba seguro que se hubiese dado cuenta de la presencia de una masa tan grande. Pero las dudas lo invadían. Veía la imagen de sus tres compañeros tirados en el piso y el humo proveniente de los daños que sufrió la nave.
Desde la colisión el Capitán Lump había tomado el liderazgo de la misión por común acuerdo. Convencidos de la certeza de los nombres y cargos grabados en sus solapas, cada uno tomó el puesto que le correspondía. Con lo que sabía, el Capitán trató de arreglar las averías del comando de aterrizaje. Un chispazo. Miró la tabla por unos minutos. Volvió todo los cables a su lugar y luego él regresó a su asiento.
- Martoon, muéstrame la dirección y velocidad de la nave en la pantalla mayor- el Capitán se sentó cerca de Dalina con los ojos fijos en el gran monitor central. Martoon soltó el colgante que apretaba en su mano. De inmediato, una secuencia de datos casi inteligibles aparecieron en el cilindro central de la sala:-Sowe, necesito información sobre el aterrizaje. Dame tiempo y lugar - la joven cosmógrafa aún no se despegaba de los apuntes que tenía en frente. Tomó un marcador y comenzó a hacer unas extrañas anotaciones sobre ellos:
- Al parecer es mucho mejor de lo que pensábamos-respondió:- En unas pocas horas galácticas entraremos en la atmósfera de Bardolia.
Todos devolvieron una mirada escéptica a Sowe. Dalina dejó de lado lo que hacia y sin poder creerlo se mantuvo silenciosa por un largo rato. Martoon giró para mirar a la menuda cosmógrafa y volvió los ojos de inmediato sobre las perillas de navegación. El Capitán pareció gustosamente sorprendido: -Es increíble. Aún hace dos jornadas no teníamos la certeza de estar siquiera en la dirección correcta. ¿Cómo es posible…?
La duda apareció en el rostro de Martoon, quien sólo movía la cabeza de lado a lado. ¿Acaso había estado tan distraído que no se había dado cuenta de lo cerca que ya podían estar de la orbita bardoliana?
-No creo que sea una cuestión tan difícil de explicar, Capitán – interrumpió Sowe:-Según los archivos de origen de la nave, Bardolia tiene una densidad muy parecida a la terrestre y, por lo tanto, una gravedad muy similar. Según los datos del cuadro comparativo…- antes de que Sowe terminara su frase, el Capitán Lump miró impávido a la doctora Hallson
- El desarrollo de la vida en Bardolia podría ser paralelo al terrestre.- después de esa frase inconexa con la explicación de Sowe, Lump se sumergió en un silencio sepulcral.
-Quizás tengamos millones de años de diferencia. A lo mejor son sólo reptiles poco avanzados- la doctora parecía nerviosa
-O en el mejor de los casos son una civilización con grandes avances, agregó Martoon, La mirada de Hallson era la de una mujer nerviosa.
Martoon comenzó a estabilizar la nave. Desde su puesto prefería no mirar el planeta. No sabía a qué se estaba enfrentando. Deslizó su mano sobre uno de los controles de comunicación. Creyó que había pasado a llevar alguno, hasta que volvió a escuchar.
-Hombres… la Tierra… no perm…invasión…devuelvan…- Martoon presionó algunos botones buscando una mejor señal - Hombre….shhhhhh…devuelva cápsula…guerra galáctica….
Martoon apretó fuertemente el símbolo sobre su pecho. Lo soltó e hizo un gesto para que Lump le prestara atención. “Sube el volumen de eso”, fue la orden que recibió.
Todos se pusieron de pie. Martoon sintonizó una señal más clara. Luego de uno cuantos movimientos, los tripulantes de la sonda pudieron entender con claridad el mensaje. Una voz metálica y poco natural parecía inundar el pequeño espacio de la sala de control:
“ Hombres de la Tierra, bardolianos no permiten invasión. Devuelvan cápsula de exploración Nº 1 y eviten guerra galáctica”
Los tripulantes no podían creer que escuchaban un mensaje bardoliano y menos que estaban en medio de una posible guerra galáctica. El silencio se apoderó del lugar por un largo momento. Lump se incorporó del mutismo con prontitud:
-Martoon, ¿tienes información sobre alguna sonda? – El piloto negó con la cabeza. La doctora comenzó a sentir la magnitud de la grabación que habían escuchado. Dio pasos atrás hasta separarse del grupo:-¡Los bardolianos nos atacarán! ¡Debemos volver! ¡Haga algo, Capitán Lump!
-No creo que podamos regresar antes de que los bardolianos declaren la guerra. Podemos ofrecerles una disculpa- agregó Sowe
Hallson respondió de forma irónica: -¿Y qué les diremos? ¡Bardolianos, lo sentimos pero jamás vimos su maldita sonda!
Lump optó por tomar el control: -Quizás sí los vimos-dijo el Capitán, tratando de componer la situación.
Martoon, quien seguía con la vista frente al planeta enano, agregó:-Quizás tenemos algún registro de ellos antes de la colisión- pero el piloto sabía que era sólo una frase de alivio. Después del choque no quedó ningún registro de nada. Sólo el Mapa Galáctico
Jamás tendrían la certeza de lo que realmente sucedió hasta que no pisaran tierra firme. Su Tierra, por supuesto. Lump instruyó a Martoon a avanzar lo que más pudiesen hacia el astro suspendido frente a ellos, el cual se hacía cada vez más grande: aparecían enormes extensiones de territorio y manchas azules que podían ser océanos. Bardolia, al igual que la Tierra, giraba con el ritmo calmo y la frialdad anterior a una guerra.
El Capitán ordenó a Martoon bajar la velocidad. De reojo, el piloto miró alrededor, previniendo algún ataque para el cual no estaban preparados. Desde su asiento se dirigió al resto de sus compañeros:- ¿Han pensado que quizás no estamos capacitados para una guerra galáctica? Los bardolianos envían sondas y mensajes al igual que los terrestres- afirmó
Sowe, como siempre, acotaba desde su quehacer, sin perderlos de vista: - ¿Y tú, has pensado qué sucedería si nosotros fuéramos los invadidos? – la voz de la muchacha cambio de tono entonces:- La primera reacción sería atacar antes que dañaran a los nuestros.
La intervención del Capitán fue frívola como la de una estatua:- Nada justifica la guerra. Ni siquiera los miedos- Martoon miró detenidamente a Lump y apretó más fuerte su relicario. Le costaba creer cómo podía responder de esa forma. Él sí parecía ser de otro planeta.
Dalina, por su parte, afirmó con la cabeza y, con los ojos fijos en el punto azul que se acercaba. Su cara comenzó a cambiar a medida que el haz de luz que tenían en frente se acercaba. Se puso de pie como para recibir el impacto con dignidad, pero en todo momento mantuvo sus grandes ojos fijos en el rayo. Aún así no pudo despegar sus manos de los respaldos. Martoon quiso soltar los controles en un momento, pero sintió sus palmas como fundidas sobre el tablero. Sowe y Lump, en cambio, sólo pudieron cubrirse con las manos.
El impacto fue de inmediato. Luego del golpe eléctrico, los tripulantes pudieron sentir como la luz de color lila arrastraba la nave hacia la superficie del planeta. Todos los protocolos de aterrizaje fueron cancelados. El Capitán Lump notó de inmediato como la fricción con la atmósfera del planeta enano actuaba sobre la nave y sobre sus mismos cuerpos. “Es un celeste pequeño, pero corrosivo para nuestra nave” , pensó Martoon, quien se mantenía aferrado a los controles, sin poder hacer nada para evitar la situación. Todos los paneles estaban liquidados. Sentía como si el calor le arrancara la piel. Con una mano se mantuvo fijo y con la otra apretó el colgante de su cuello. Y antes de cerrar los ojos, pudo sentir el grito despavorido de Hallson
Dalina Hallson, la científica, quiso mantenerse firme en su asiento, pero el calor ya era insoportable. Sentía que su cuerpo se llenaba de llagas y en su desesperación entendía que este “secuestro galáctico” era la declaración formal de la guerra. Se abrazó fuertemente a los cables suspendidos a un lado del Mapa Galáctico. Lo miró. Bajó la cabeza y siguió gritando.
Sowe trató de rescatar los discos de registro para que no se perdieran, luego de ver que uno de ellos se fundió al tocar el techo. Extendió su brazo para alcanzar uno de estos discos que se arrancaba. Fue sólo un instante cuando su cuerpo quedó libre dentro del caos de la caída. Un movimiento lento y luego acelerado para quedar como crucificada en el fondo de la nave. Lump vio los ojos cerrados y la nariz sangrante de Sowe. El grito desgarrado de la cosmógrafa se perdió en el pulular explosivo de la bajada.
Martoon abrió los ojos y vio como una gran masa de metal, que parecía un obelisco de acero, consumía todo el resplandor que los transportaba. Desde el interior del tubo gris, el rayo lila los tiraba como un brazo que los sacudía y luego los conducía al destino final de su viaje. El remezón les indicó que ya estaban en tierras bardolianas
Lump fue al fondo y pudo notar que Sowe sólo estaba inconsciente por el golpe. La tomó en brazos y se dirigió hacia Hallson y Martoon. El piloto tenía un rasguño en la frente. Hallson de inmediato hizo una maniobra para detener la hemorragia, pero no pudo hacer mucho por la joven tripulante.
Estuvieron impávidos alrededor de una hora mirando por la escotilla de la nave. –Debemos hacerlo- ordenó el Capitán Lump con un gesto desfalleciente:-Sowe necesita ayuda.
Apegados como si juntos fueran un animal de seis patas, los tripulantes se dirigieron a la compuerta y luego se pusieron frente a la salida del oscuro hangar en el que se encontraban encerrados. Con un movimiento de cabeza, Lump le pidió a Martoon que no sacara su arma. Miró a Hallson y acarició a Sowe, todo como un ritual de despedida:- Debemos hacer esto
La gran puerta comenzó a abrirse como la entrada a un circo romano. Eran grandes placas, alrededor de diez metros, que se separaban en la medida que los tripulantes iban avanzando. La luz del día bardoliano los encegueció. Hallson usó su brazo como sombra para los ojos. Lump con Sowe en sus brazos prefirió ir lento para no tropezar.
Martoon, por su parte, sintió como si un dejavù espacial estuviese frente a él. Apretó el colgante de su cuello. Sintió una voz que a lo lejos se hacía cercana y conocida:
-¡Papi!
La niña, que en su cuello tenía el mismo relicario del piloto, corrió veloz hacia su padre. Detrás de ella, la esposa de Martoon esperaba con un bebe durmiente en sus brazos. Los padres de Sowe corrieron a auxiliarla. En ese momento, Lump cayó desfallecido en asfalto caliente. La doctora trató de recogerlo, pero antes de poder encargarse de él, dos guardias la tomaron para llevarla a cuidados.
El Jefe de las Naciones Bardolianas se acercó fastuoso a ayudar a Lump. Luego de socorrerlo y darle la bienvenida, le agradeció por evitar la guerra más grande de todo su historia galáctica.
La cápsula de exploración Nº 1 había vuelto a Bardolia
Ciento de personas se reunieron ese día para saludar a los tripulantes heroicos que habían dado por perdidos en la infinidad del espacio.
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