Se le cruzó en el estacionamiento como una aparición. Él titubeó unos segundos frente al camión antes de hacerse a un lado. Los demás operarios sólo lo observaron atónitos, mientras el vehículo se perdía sobre la ruta bajo un inexistente conductor.
Y aunque ninguno creía en fantasmas, fueron despedidos de esa fábrica por causas ajenas a su voluntad y falso testimonio. Aunque dicen que desde su despacho, una sombra adujo locura temporaria colectiva...

Ana Cecilia. ©