Encorvado en una cama
tambaleando del cuarto o quinto piso
En sus sabanas rotas
se encuentra un hombre
De cabeza gastada y pensamientos ocupados,
ocupadísimos quizás,
en desocuparlo todo;

La idea, piensa el hombre,
Es arrullarse en los principios
dejados por un final
ocultándose a viva luz
y mostrándose siempre en lo oscuro.

La idea es quemarlo todo
Con el agua del olvido.

Y está este pobre hombre, en posición fetal
victima de visiones nuevas,
Con el verso como pluma nauseabunda
oxidándosele por los poros de la ropa

Un babel de garrafales dimensiones es todo lo que mira,
Y piensa:
“Que bello es el desorden”
y se acuesta
y escribe con los ojos en las paredes de un techo nuboso
construido en el momento por él
y se atraviesa con las manos unas cuantas ideas y palabras vanas
columpiadas en un cuaderno

“Desde hoy seré mudo,
y detendré mi mente hacia mil años más
y abriré mi boca sólo para tragar las pestañas
caídas desde las simas del tiempo”

El hombre sigue en su cama
Inmóvil e indolente
Y su cama se apoya en él
Y sus frazadas lo abrazan fuerte.