La entrada a la iglesia, el largo pasillo, la alfombra roja.
Tú vestida con aquel hermoso vestido blanco.
Todo en ti era pureza.
Al verte comulgar, seguro estabá que eras un ángel
y acercándome te lo dije...eres un ángel.
Tu callaste, solo tú mirada me contestó.
Y tampoco te olvido en ese baile,
donde las candilejas palidecían ante tus reflejos
Las luces creaban sombras que se perdían
en las suaves formas de tú juvenil cuerpo.
Bailabas tan sutilmente
pareciera que te deslizabas, que flotabas, que volabas.
Pensé y te lo dije...
Eres una hada...Tú volviste a callar.
Más la música aún sonaba en mis oídos
Cuando un rival mas dichoso te arrebato de mis sueños
Desesperado convertí en odio, en rencor, lo que antes fue amor
Y grite..te grite...¡eres un demonio!
Tú callaste..tal vez una leve sonrisa fue mi contestación.
El tiempo pasó
¿Te olvide?
Realmente no lo sé
Mi vida fue convertir en caminos, lo que fueron brechas
vencer el día, para encontrar paz en la noche.
Triunfe, la vida me sonrió, me sentía bien.
Y hoy que te vuelvo a ver.
Te miro, te hablo, con absoluta indiferencia
pues las sumas de mis tristezas, alegrías
llanto y risas; que se reflejan en mis canas
me dan la experiencia para poder decirte
No eras un ángel, ni una hada, tampoco un demonio
Fuiste ....una mujer.
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