LOS NIÑOS ESTUDIANTES
Cuando llega Marzo terminan las vacaciones que para algunos niños fueron muy variadas y para otros, poco diferentes a su vida habitual. Mientras en el barrio alto de Santiago vuelven de los lagos o de la playa con sus lanchas, motos de agua, raquetas de tenis o palos de golf; aquí, en el Cajón del Maipo, hay niños que no conocen la playa, ni Santiago y algunos, apenas Puente Alto.
Son los niños Alsino, de Pedro Prado. Sueñan que vuelan por sobre los lugares fantásticos a los cuales sus padres no los pueden llevar, afrontando el peligro de ser bajados a pedradas del árbol en que se posaron. Aguardan la entrada a clases como si fueran las verdaderas vacaciones. Ahí están las tías y tíos que les enseñan diversas materias, juegos, a manejar el computador y les cuentan historias entretenidas.
En San Alfonso realicé algunas actividades culturales con los niños de la Escuela, cuando su directora era Leonor Iracabal. Cuando los encuentro en la calle me piden que vuelva a contarle mis cuentos. Espero hacerlo pronto. Siento una gran satisfacción de haber logrado llegar a ellos. Están sedientos de nuevos conocimientos. Son hermosas pequeñas esponjas que absorben con rapidez todo lo nuevo.
Lugares como este fueron la cuna de Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra y tantos otros literatos chilenos que nos cubren de gloria. En San José de Maipo está la casa de Eduardo Barrios, en la cual florece “El Dedal de Oro”. También estamos favorecidos por artesanos, escultores, poetas y literatos. Es el Cajón de “las verdades ocultas”, como me dijo el gran Nicanor.
Tanto que queda por hacer en este Cajón maravilloso.
¿Y los niños? Están ahí escuchándonos, mirándonos con sus ojitos curiosos, sonriendo con sus caritas pícaras, esperando que los mayores les entreguemos las herramientas que les permitan hacer de este mundo un planeta más justo y mejor. Quieren realizar la obra que fuimos incapaces de hacer; construir en vez de destruir, amar en vez de odiar.
Suena la campana, se iza la bandera de la Estrella Solitaria, se canta la Canción Nacional: “…Majestuosa es la blanca montaña, que te dio por baluarte el Señor…”. La Cordillera se hincha de orgullo al escuchar las vocecitas que le envían las estrofas llevadas por el viento Raco o el del Norte que asoma con lluvia o nieve.
Ellos ríen, los de los “piecesitos azulosos de frío”, como los describió la suprema maestra, nuestra Gabriela. Tienen la Esperanza de poder llegar a esa lejana playa en que los espera el navío que los llevara por los océanos del conocimiento o de la aventura. Unos quieren ser médicos, otros abogados, otros marinos, otros volar por el espacio infinito.
Dicen que el mayor pecado es la Envidia. El Maestro nos dijo que era quitarle la inocencia a un niño. Debemos educarlos en la inocencia, sin envidias y fortalecerlos en el conocimiento, de manera que nunca pierdan la Esperanza de ser mejores que nosotros. Dios lo quiera.
Entra la fila a la sala. Se sientan en los bancos entre risas. Es el primer día de clases del nuevo año.
Ojala la vida les dé muchas alegrías y pocas lágrimas.
San José de Maipo, 9 de Enero de 2007. Juan Carlos Edwards Vergara
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