Todo comenzó en el primer encuentro con la que después sería el amor de su vida. Graciliano leal se enamoró a primera vista de María Mercedes Espina, una morenaza de ojos color café, quien le ofrendó todo su amor casi al mismo momento de conocerlo.

-Buenos días, Mi negra!- lisonjeó con gentileza Graciliano.- ¡Tenía mucho tiempo que no veía a una mujer tan hermosa trabajando por aquí!

La chica volteó atraída por la voz varonil que le acarició suavemente sus oídos. Tenía apenas unos pocos días trabajando en aquel restaurante y ya revolucionaba a todos con su esbelta figura. Miró atentamente al hombre que la saludaba con gran galanura y le otorgó una mirada complaciente y amable que fue recogida por el apuesto hombre, como una respuesta a su piropo.

-¡Buenos días señor!, ¿Qué se le ofrece?-

-Quisiera muchas cosas a la vez, pero por los momentos, saber como te llamas-

-Pues, mi nombre es tan común, que no se asombraría al escucharlo. Me llamo María,... María Mercedes-

-Pues te diré que tiene una sonoridad hermosa la unión de María con Mercedes, pero para ser tan común, no deja de ser tan lindo al igual que tu!-

La hermosa morena se sintió súper cautivada y con una pícara mirada, preludió un romance entre los dos.

Al pasar los días, María Mercedes ya era la novia de Graciliano Leal con el compromiso de un pronto casamiento.

Ya cercano a la boda, Graciliano la asombró en una conversación casual.

-Mira mi linda, cuando tengamos nuestro primer hijo, se llamará igual que su padre-

-¿Y como sabes que tu que va a ser varón?- le contestó desafiante la chica.

-Pues, en la familia no hay hembreros. Mis siete hermanos todos son varones y casi todos ellos tienen hijos varones también, en su mayoría-

-Bueno,....¡Así será!-

Al nacer el primer vástago , por supuesto le colocaron el nombre de Graciliano, pero cuando nació el segundo hijo, también varón, el padre le dio el mismo nombre suyo,...¡Graciliano! y así sucesivamente hasta el varón número siete. El caos se apoderó de la familia Leal Espina. La obsesión por llamar a todos Graciliano, consumía a todos por igual.
Cuando mamá llamaba a Graciliano por alguna razón, varios de ellos, los mayorcitos, contestaban al mismo tiempo: “¡Si, Mamá!”
Y en la medida que fueron creciendo los muchachos, se hizo peor la situación.
En el colegio, cada vez que nombraban a Graciliano para cualquier evento, todos contestaban al unísono atendiendo el llamado.

En una oportunidad, María mercedes le comentaba a su marido Graciliano, luego de llegar éste del trabajo, lo siguiente:

-Graciliano, sabes que anoche le dio fiebre a Graciliano, y no dejó dormir a Graciliano, pero lo que más me preocupa es que Graciliano no quiere comer nada y además, tendrás que reprender a Graciliano por que se está portando mal en el colegio. Graciliano no quiere hacer las tareas y Graciliano se cayó de la bicicleta ayer. El único que no dá quejas y es porque todavía está muy pequeño, es Graciliano-la madre estaba harta de tantos Gracilianos

-No te preocupes mi Negra, eso es parte de la vida cotidiana, Dios te dio la bendición de tener tus hijos sanos aunque se llamen Gracilianos-

-Si, pero lo que más me preocupa es que estoy de nuevo embarazada y no quiero tener otro Graciliano más. ¡No lo soportaría!-

-No te preocupes que Dios sabe lo que hace-

Al cabo de nueve meses de embarazo y entre tantos Gracilianos, nació una bebe preciosa igualita a su madre. ¡Por fin tuvo a su niña como lo había soñado!

Luego de salir del hospital, al llegar a su casa, María Mercedes se acomodó plácidamente con su hija, mientras Graciliano salió de pronto muy apresurado y cuando llegó de nuevo, le preguntó a su esposa:

-¡Hola mi negra!, ¿Cómo te sientes?-

-¡Muy bien!, pero...¿De donde vienes tan acalorado?-

-Vengo del registro civil. Ya presenté a la niña!-

-¡Noooooooooooooooooooooooo!!!!!-