Despertar

Termino de cenar con mis amigas y vuelvo a mi hogar, mi clara habitación, mi mundo de paz y armonía. Esta vez hay algo que me quiere sacar de ese mundo, hay una persona extraña sentada a lo pies de mi cama, es un hombre, y me comienza a hablar.

Me dice que en el exterior me están esperando, que debo ir con ellos, que me desean salvar. Debo estar volviéndome loca, pienso. ¿Es un extraterrestre que desea llevarme a su planeta? ¿Es un espíritu que me desea arrastrar al mundo de los muertos? Simulo no verle, debo luchar contra esas visiones si deseo mantener mi cordura.

Me visto casi sin ayuda, salgo de mi hogar a desayunar con mis amigas nuevamente. Otra vez el hombre está esperándome, parece que soy la única que lo ve, nadie más parece prestarle atención. Una vez más simulo no verle, paso caminando con mi bandeja por su lado mientras él repite su invitación para dejar este mundo, mi espacio, para acompañarlo hacia “el exterior”. Esta vez me pide recordar, me dice que busque en mi memoria, que intente encontrar familiaridad en su rostro. ¿Acaso los extraterrestres o los espíritus me visitan desde hace muchos años, desde mi niñez?

Temo volverme loca, le comento finalmente a mis amigas acerca del hombre, pero ellas no me hacen caso, y siguen conversando cada una de su propio tema, todas al mismo tiempo. ¿Qué les sucede? Si hablan todas juntas, ninguna entiende nada, ¿no se dan cuenta? Hago un poco de memoria y me doy cuenta que siempre han sido así, todos los desayunos, todas las comidas y reuniones en este lugar con ellas. ¿Qué sucede? ¿Están locas? Maldición, estoy diciendo todas estas reflexiones en voz alta, soy una de ellas, una loca más ... el hombre, ¡ahora lo recuerdo! ¿Por qué mi padre tardó tanto en venir a rescatarme? No soporto más tiempo en este circo de locura, me lanzo desesperada a sus brazos y juntos lloramos como niños desconsolados.

Me despido de mi habitación, de mi hogar, de los doctores y del centro psiquiátrico, esperando nunca más regresar a él, y sabiendo que no lo voy a extrañar.

Jota