¿Dejarte ir?
¿De dónde exactamente, quieres marcharte?
No es que la haga difícil, es solo que no lo entiendo.
Dejarte ir, y cuándo estuviste?
No me encuentro aferrada a ti,
puedes creerme.
A veces la mente nos sorprende,
creando realidades a medias,
sentimientos confusos
y discursos persuasivos.
Dejarte ir, ya me suena gracioso,
¿Cómo es que puedo dejarte ir, cuando nunca te tuve? o dime, fue qué si lo hice?
¿Te tuve? o mejor aún ¿te tengo?
Pasea tu mente por los momentos, y piensa:
¿te he pedido que te detengas?
¿te he pedido que me quieras?
¿te he pedido que te quedes?
No lo he hecho y no lo haré...
Entonces, por qué me pides que te deje ir.
Te equivocas,
lo que deberías pedirme es que deje de amarte.
Pues bien, para tu conocimiento y mi sorpresa, no lo hago... no te amo. Así que, sí esa era la cadena imaginaria que creías tener atada a tus pies, te libero.
Solo resta que me digas, ¿Puedes dejarme ir?.
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