Llegó el abrazo.
El candente beso.
Llegó a tiempo a verme
cuando la desvencijada realidad,
esa por donde mi mente navega,
estrechaba más y más mis alas.
¿Puedes volar?
No fue una pregunta susurrada.
Fue suplica y alarido.
La razón de mi desespere.
Deseo.
Involuntariamente herido.
Voluntariamente vencido.
Caído en batalla,
sin nombre.
Como bandera; miradas clandestinas.
Como marcha militar; el jazz.
Como medicamento; el vino.
Como arma; la palabra.
Como uniforme; su cuerpo abrazándome.
Como final; el mejor de los finales.
Un simple y complejo “Soñaré contigo”
Texto agregado el 08-01-2007, y leído por 143
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
13-01-2007
perfecta suplica, ritmo que vuela, y no hay mejor final que el estar acompañado soñando y siendo real a la vez. antagomagno
08-01-2007
Entonces vuela. Es más bien un final suspensivo. Ni punto y aparte ni punto y seguido. Me gustó. Un saludo! chincheta
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