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Ella está allí

‘Escribir, a pesar de todo, escribir’

Ella está allí, de nuevo, insultante. El desafío toma forma de navaja empuñada por el viento. La incondicional. La invencible línea por donde se debe franquear a la muerte. Tan blanca y marmórea que me da pena quitarle la virginidad: la página en blanco.

Me estaba repitiendo a mí mismo, el intento de reinventarme era un fiasco: seguía escribiendo sobre lo mismo, las mismas veces. Un picor salvaje me tomó el cuerpo desde el costado izquierdo de la espalda hasta el pecho, era una rara espiral, como el chasqueo de una lengua de víbora, ahora más punzante y estremecedora.¿Y si verdaderamente no era un escritor? Quiero decir; ¿si ya había fracasado? Los libros escritos no decían nada, ni los críticos menos: algunos comentarios al borde de semanarios para señoras gordas y prensa del corazón, un asco, un verdadero asquete.

No, esto no puede estarme sucediendo. Trataba de rascarme el pellejo ardido ya, con una mano mientras intentaba aporrear las teclas de mi p.c. con la otra. ¿Dónde estará ahora mi secretaria? Le debo preguntar si el título para este artículo es potable. Si lo leerán o si deberé correr el riesgo que me corran de la Revista. Ya habían algunos comentarios al respecto: que mis notas últimamente no mueven ni a las pulgas. Querían un lenguaje renovado, historias auténticas, aunque naciesen de la ignominia. Les dije que eso último nunca: no aceptaría el deshonor por unas monedas, y no era falsa moralina. Simplemente me estaba aburriendo de tanta lata. Joder, el mundo globalizado, el estrés, el raiting…

Estelita, mi amiga y secretaria me telefoneó diciendo que escuchó rumores sobre mi despido. Que debía apurarme con la nota. Que patatín y patatán. Fingí no estar preocupado. Me estremecí, hasta me dieron ganas de evacuar los esfínteres; sin embargo, intenté una carcajada -que ni yo me la creí-. Y por fin me deje llevar por la ansiedad: le inventé un pretexto para cortarle el tubo. ¡Espera! No cortés todavía, -me dijo- y sin más preámbulos, me largó un ¡¡¡Feliz Cumpleaños!!!

Raudamente, me dirigí al espejo más cercano... ¡Qué cara de pollo mojado! ¿Me despedirían, en verdad, harían eso conmigo? Ahora la víbora no sólo me pareció herirme, sino abrir su boca y comerme de un bocado. Debía de pensar en algo urgente: una primicia acerca de algo o de alguien…sino, sería hombre muerto… ¡¿Mi cumpleaños?! Todavía, tengo que seguir aumentando las dificultades a las existentes…Me olvidé de mi cumpleaños, ¡cómo se puede ser tan viejo a los cuarenta pirulos!..Era inevitable hacer un balance de mis últimos tiempos como era tradición, pero ésta vez me notaba más deprimido que de costumbre, además seguían rondando esas ideas del deber y del trabajo…y otras cosas por el estilo, más patéticas…menos adorables…

Cuando se está arriba es fácil mover un dedo: se corre el índice de un lado al otro y enseguida aparecen los lame calzones. Pero, cuando se está en la cuerda floja todo el circo se mueve bajo tus pies. Busqué un tema de interés. Encontré que las parejas de homo-sexuales intentan menos que los heteros el dominio sobre el otro. Claro, cada uno hace de su traste un florero, pensé. Me imaginé una inmensa burbuja de jabón que reventaba en la punta de mi nariz: no estaba loco, simplemente debía encontrar la salida a la locura. Una vez mi psiquiatra me había apuntado: que el amor puede curar. Esbocé una sonrisa magra y me escogí de hombros, hombres como yo están sentenciados a la soledad y a las páginas en blanco…el mito del eterno retorno, supongo…Además, yo no estoy loco, estoy desesperado, que es otra variante casi inversa. Estoy expuesto, de cara al influjo de la existencia; los locos están cobijados por su mismo estado, a esa especie de rara felicidad o ensoñación, ‘están salvados’…

Releí el librito de Rainer María Rilke: ‘Cartas a un joven poeta’, acaso me diría algo sobre la creación, sobre ese momento de la probatura del lenguaje que no se deja y se escurre…También, no sé hasta qué punto éstos autores sincronizan con mi etapa ‘impersonal’ momentánea y débil que me aquejaba desde hacía un corto tiempo; quizás esté algo enfermo, pero no loco.

La solución no era el trago, sin embargo me serví algo del Chivas, que ya dejaba ver los vestigios de mi necesidad en el interior de la botella. –Ésta es tan brillante, transparente y bondadosa, si la vida fuese una simple botella, me dije-… Todo sería más fácil si aceptara que estaba en medio de todo; y eso era lo que me daba bronca. Era mi cumpleaños número cuarenta, cifra redonda y repugnante. Cómo la gente puede llegar a cumplir los cuarenta sin darse cuenta de ello…me sentía casi sin rumbo, como una barca en medio de una masa líquida y espumosa…

Reparé en que el peor libro de Sábato me pareció ‘La resistencia’, ¿estaría él también enfrente de una página en blanco? ¿Qué le habría sucedido al escritor en aquel período? ¿Estaría pasando ‘una Temporada en el Infierno’? Bueno, la angustia ya comenzaba a ceder bajo las últimas punzadas del pensamiento…Sin embargo, múltiples imágenes rondaban en mi mente más vigentes y recortadas, quizás de otros tiempos, otras vidas…eran espejos rotos, caleidoscópicos sentimientos en lo arcano, en lo profundo…

Me quedé dormido, y el artículo no lo escribí. A la mañana siguiente me avisan que debo dejar el puesto a un escritor responsable. Pero, si yo soy el padre de los cumplidores. Lo soy tanto que a veces me río como un camello cuando no quiero despertar alarmas, por lo bajo.

Estaba despedido: tenía cinco niñas que dar de comer, un loro, una tortuga y una anciana, que era mi madre. Y todos estaban bajo mi tutela y responsabilidad ¡Mierda! Si por lo menos sería mas joven…si por lo menos tuviese a quién abrazar y decir ¡te amo!...la cosa sería diferente.
No Rocco, no te desanimes, es sólo mal época, busca en tu interior, haz un viraje lo bastante fuerte para mantenerte, aunque sea en el aire. Respira Rocco, respira. Deberás renunciar a lo más importante: la creatividad… ¡eso jamás!-balbuceé-. Aunque tenga que lavar platos, no renunciaré a las palabras que dan forma a mi modo de ser artista y de ver la vida. Seguramente, los que tendrán una naturaleza parecida a la mía podrán entenderme…así seguí un largo rato, en soliloquio, intentando defenderme de mis acusaciones, en un diálogo irrisorio y doble, conmigo mismo…

Con un ímpetu desconocido y pasional, me dirigí esta vez a la computadora y comencé a teclear los primeros silabeos de mi nuevo escrito. Recogeré mis cenizas y conmigo mis muertos, (esos antiguos dioses) quienes me llevarán tal vez, a la zambullida secreta e íntima de este encuentro con ‘ella’, la página en blanco…quizás superviva y sea quién me reescriba…



Texto agregado el 08-01-2007, y leído por 224 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-02-2008 Muy pero muy muy bueno. Un ritmo que no deja cabida para los balbuceos. los locos están cobijados por su mismo estado, a esa especie de rara felicidad o ensoñación, ‘están salvados’… Eso me pareció genial. Hay tantas cosas que podría destacar. Mejor ni te cuento las mils veces que he estado así, frente a la página en blanco, o peor: al piano en blanco. hammill
10-01-2007 La página en blanco... siempre aterradora, y si tienes la olbigación de escribir supongo que mas todavía. Un saludo. Tildur
08-01-2007 Tienes un estilo detallista y perfeccionista cara al vocabulario y la semántica..Me gustó el relato, porque en el fondo tendría que ser la hoja en blanco o el lector quienes escriban en la mente del autor... churruka
 
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