Nosotros juntos, bajo la lumbrera ausente de las estrellas por las luces de la ciudad. La luna lucía delgada y la calle vacía. Los focos del alumbrado mostraban la soledad de aquel lugar y nosotros dos caminando con la inquietud de que algo puede pasar. Ambos recién salidos de nuestra gala de licenciatura, visitiendo con una elegancia que rara vez se conoce.. Quizá esta sería la última vez que te vería... porque desde esa noche, cada uno de nosotros irá por su camino.
Yo un poco cohibido por tu belleza, por tu sonrisa y por las cosas que me cuentas, que algunas veces ni entiendo porque lo dijiste muy rápido... y yo silencioso. Te apegaste más a mí y me comentaste lo frío que está. Te puse mi chaqueta del terno y te abracé, tomándote de la espalda. “¿Mejor?” te pregunté y tú me sonreíste y me dijiste “gracias”. Yo sonreí también, no pude evitarlo. Suspiré y me sentí como nunca antes me había sentido... no podría describirlo, pero era maravilloso. Hasta el frío que sentía al estar sólo en camisa se me había ido.
Te veías tan bien... tan linda que, aparte de tener las mejores sensaciones que nunca he tenido con nadie- a pesar de que tuve otras parejas anteriormente- Nunca me había sentido tan completo. Me sentía que podría morir en paz, ya que no necesitaba más. Nunca había sido tan feliz. Pero a pesar de esa felicidad, me lamentaba por el poco tiempo que teníamos juntos... sólo cuatro horas. Fui un estúpido el no haberte dicho cuánto te amo antes... y ambos pudimos ser felices juntos... por algo más que una gala de licenciatura. Pero ya es demasiado tarde... Tu te irás y yo también seguiré mi camino...
Tú me miraste y me preguntaste “¿Qué pasa? Estás llorando”. “Nada, es sólo una mugre” respondí, secándome las lágrimas. Seguimos entonces caminando en silencio.
“Lamento mucho esto”. De pronto me dijiste, mirándome a los ojos. “ Te amé siempre, pero nunca me atreví a decírtelo... traté, pero cuando te ví con otra, pensaba que estaría mal si... ” entonces también de tus ojos se escapó una lágrima teñida de negro...”si...te lo hubiera dicho. Siempre quise que fueras feliz” Entonces yo también lloré. Nos abrazamos y sentí tu calor... y tu pecho que se agitaba por el llanto de la partida. “Perdóname, mi amor.” Te dije... “ Sé que sufriste por mí... lo lamento...” Me besaste, haciéndome callar. Y luego me dijiste: "Es culpa de ambos... a los dos nos... nos faltó el valor". Ambos deseamos no separarnos nunca, pero eso... nunca se dio... y tú te fuiste, extendiste tus alas y nunca más te volví a ver; sólo en mi mente te conservé, vestida con aquel hermoso vestido, sonriente... la mujer más hermosa que jamás vi.
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