Con tu oído debajo del suelo se oyen las sirenas que la razón y la institución proscribieron antes de que nazcan .
Con tu oído pegado al cuello, seras la vigília constante de tus propias palpitaciones.
Con tu labio áspero de tanto pronunciar sabores ajenos, la sed de tu espíritu te anuncia…sin deseo.
Texto agregado el 07-01-2007, y leído por 220
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