Un cuento es suficiente para terminar la jornada.
Adentrándose en la noche la suave brisa sucumbió al cierre de las ventanas, mientras dentro mamá mecía al recién nacido, acariciaba la cabecita aún con pocos cabellos y besaba uno a uno los dedillos. El calor de la fogata le era suficiente a la pequeña familia, ¿porque desearía acabar la escena?, hermosas figuras se movían como si de una se tratara, un suave arrullo pronunciaban los rojos labios de tan preciosa mujer, apretando fuertemente al bebe, de él jamás desprenderse. En inusual circunstancia papá preparó la cena, con tanto orgullo por dentro... por lograr .... lo que todos anhelamos en delirio absoluto, la paz eterna de un segundo, poder reclinarse y mirar las estrellas para luego sentirse tibiecito por el recuerdo de estar bien.