Toda persona querrá que adaptes tu comprensión a la suya, sólo así puedes caber en su sentimiento. Le tomamos cariño a algo cuando cabe en nuestro sentimiento. Cuando no cabe en nuestro sentimiento, porque su comprensión no cabe en la nuestra, tendemos a rechazarlo, a darle nombres y a decir que ya lo conocemos… y es todo lo opuesto. Si, por alguna razón, no nos conviene rechazar lo que no conocemos, lo adulamos. Mediante la adulación esperamos que lo adulado se ponga chiquito y así pueda caber en nuestro sentimiento (con todo nuestro desprecio); igualmente, mediante el rechazo, esperamos que nazca en lo por nosotros rechazado el arrepentimiento, sólo así puede caber en nuestro sentimiento (con todo nuestro amor).

¿Quién dijo que nosotros los padre no somos los reyes del mundo?

(Los niños, tensos, muchas veces sólo sueñan con el momento en el cual ya no puedan decepcionar… y entonces poder expandirse)
…

(No es una ley, pero bien pudiera ser una válida generalización)