Las paraguas no cubren tus costados,
la lluvia siempre mojará nuestros pies
los besitos se hacen espinosos
al tendernos en el pasto,
el cielo no se hace pedazos,
es ajeno a tus mentiras,
a mis uñas, a tus membranas
los ceniceros ya no lastiman más,
los cigarros giran entre tus dudas,
y tus dedos aún huelen a mi vagina,
-estamos a salvo-
No sobre una triste piedra,
no en tus clavos,
ni en mis espinas tercas
sólo jugando a amarnos en miniatura,
con las veredas sosteniendo mi mierda,
y tu queriéndome muerta
-y estamos muertos-
Hasta que me sangre la nariz,
y….
“putita de nuevo”
aparentando caminar de la mano
encogiéndonos menos,
(no es cierto?)
ya nada es extraño,
ni atándose los zapatos
(sin culpas?),
Acaso te diste cuenta(¿)
Entonces… vete a la mierda, cariño.
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