Huyendo del camino de tela de cebolla


Cuando las palabras se unen formando una soga y sin entender normas ni horarios, te sacan de la cama y te incitan a seguir en el trabajo.
Seguía andando sobre la tela de cebolla después de una larga tormenta de lágrimas.
- sé que estoy flotando, pero ¿Qué hay mas abajo?
Jamás se lo había preguntado.
Las posas de agua hacían que el camino tornara más flácido e inseguro.
Y de pronto lo tengo ahí. Varios kilos de cemento listos para ser usados. Los tomo mientras el yugo de mis dudas comienza a pesar, pero mis manos se mueven solas, como si de un momento a otro me hubiese transformado el la mejor albañil.
La cuenta regresiva comienza. Pavimentar todo el camino antes de que el peso del cemento mojado me lleve con el hasta el infinito, de modo que llegue al final, que aun desconozco, y quizás arrepentirme de traicionar al camino que tanto tiempo me consoló.
La humedad de aquel lodo me convence a no detenerme.
Ya en la mitad veo como la mitad de mi vida no aguanta el peso de ese fango que lo ha cubierto. ¿Porque? ¿Es que soy parte de ese camino que ahora cubro? ¿Es que caminaba siempre sobre mí? Ya no hay más respuestas sólo decisiones.
Espero que el cemento se seque justo cuando yo pueda poner un fie en el final, y así poder caminar ahora sobre algo mas seguro. O arriesgarme a que el peso del cemento ahora seco haga mas estruendosa la caída.