ANALOGÍA DEL CAMINO DE TELA DE CEBOLLA
¿Cuando una mirada puede ser tan terrible?
¿Quien es el que anda tus pies o el camino?
Son preguntas tan vastas, como saber cual es la diferencia entre voluntad y locura.
Cuando el pasado toca a tu puerta, muestra su mano y ofrece una tregua.
¿Que hacer? ¿Huir y cerrarle en la cara, pretender que no te importa y que no te maneja, y entonces seguir con tu incierta vida?
O dejarte cautivar por las posibilidades que temes, ya que son eso, posibilidades, tan cercanas como la verdad.
Cuando el error, lo imposible, quiere traspasar los poros de tu piel, y encadenarte para que te liberes de todas las interrogantes que te atormentan. Y no te deja seguir con el “ya pasó, sigue caminando”
Cuando la vida, de un momento a otro, deja de ser predecible, y sientes que no estas caminando por algo seguro, que ya nada lo puedes manejar, y que sin embargo, no es precisamente ese descontrol, lo que te preocupa, sino las consecuencias substanciales de tus actos, de acertar en algo que siempre has querido negar y que te persigue cual sombra malhechora que sepulta tu conciencia.
De pronto el recuerdo de sus manos, ya no es una excusa para asustarme, sino una imagen para seguir soñando en lo que podría ser. Y, de improviso, miro al cielo, siento como me quemo, como unas lagrimas aprisionadas reclaman ser liberadas de mis ojos, acompañadas de este cuerpo que solo quiere volar.
Planear o pedir siquiera una respuesta, es por decirlo menos, desquiciado, masoquista, es encontrarme nuevamente frente al espejo, pero sin poder mirarme en el. Cuando no te conoces, y tus discursos con respecto a tus preguntas, son tan contrapuestos, lo mejor que se puede hacer es callar, en beneficio de la los seres te rodean y porque no decirlo, de ti misma, ya que no podrás hacerte entender por los demás, y por consiguiente, empeoraras tu cansancio mental.
Y qué pasa, pues bien, haces todo lo que un día temiste, y ahora te encuentras en un abismo a causa de tus actos.
Eso es en resumen lo que paso...
Ahora estoy frente al teclado tratando de escribirlo, camuflando mis palabras y sentimientos apocados por las circunstancias. Circunstancias, esa palabra que tanto me acompaño este año, esas mismas circunstancias son las que me hicieron revolcarme en le fango, del que hoy no puedo salir.
Si un día dejaste cosas inconclusas, ¿es posible que estas te consuman y persigan? ¿Qué tan vivas quedarán en el pasado? Creo que eso es lo que me paso. Resultó que por fin el pasado logró cautivarme con su aroma, y me absorbió, me mastica y aún no es capaz de tragarme.
Es así como cosas que estaban tan secretamente escondidas y asesinadas, renacen desde las cenizas, como el fénix.
Y yo acá tratando de hacerme una imagen de lo posible, imagen que se vuelve pintura en sepia de lo que podría haber sido. Y luego difuminarla con tus dedos impregnados de lágrimas destruyendo esta obra que jamás debió ser. Y que, como se esperaba a sido destruida de la peor manera. Como hoja que se hunde en una charca.
Solo hay que seguir los rieles… como todos…
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