habiamos quedado en el relato anterior,
en que yo estaba en una iglesia de tipo catedral,
relacionandome formalmente, con educacion de padre, con una estatua de tipo muñeco, recostada, de jesus, para de esta manera,
poder provocar como lo prometi, un efecto sagrado, un milagro digitado.
debidamente autorisado por las autoridades dueñas de la casa, pero tomando la debida distancia con sus correspondientes recaudos, claro esta,
pues en definitivas, no soy mas nada que,
un empresario aventurero pero serio que sorprende con su magia trasendental, que aclaro, no es brujeria, pero si de efecto sobrenatural.
esto es lo que intanteremos ver si es cierto.
voy por el tercer intento,
y hasta ahora se han podido observar algunas cosas extrañas,
que entusiasman, como para pensar.
dije en algun momento,
a modo de ejemplo, que el sol,
y si no es el sol de quien hablo, es dios,
decia, que puede lograr hacer,
si es que lo desea seguramente,
tarpar un ojo de tu cara con la sombra de una nube; lo dije de esta manera al pasar,
pues pretendia hacer ver,
hasta que punto de sensivilidad puede alcanzar a llegar la cosa esta, de los poderes mistico que estoy intendando mostrar. pero luego ocurrio lo siguiente, a una de las presentes personas que asistieron a la segunda jornada,
es como que se le instalo por algunos minutos,
una sombra en su rostro,
que por momentos se dedicaba como jugando a descubrir uno de sus ojos. por supuesto que todo esto ocurrio con los protagonistas,
estando en la escalera de la entrada;
no lo pude ver, pèro alcanze a eschucar las exclamaciones del publico. en fin,
me alegra saberlo,
porque este es el tipo de relacion que se,
se podria llegar a observar sin dificultades,
pero siempre habra alguna duda quizas,
pues no es facil de que ocurra,
y ademas, de tener que hacer que lo vean las demas gentes.
no es lo correcto decir que es una magia,
pero algo de eso puede existir,
yo personalmente mas bien lo denominaria,
como un ayuda memoria,
explallado por el deber de ser explicito,
de un hombre resuelto que trata de sostener una llamarada sagrada, encendida;
es como un dialogo en persona que no se interrumpe, por fortuna, ante ningun motivo.
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