Una ardillita salió un día a buscar nueces. En el camino encontró al conejo. El conejo le dijo: vamos a jugar un rato. La ardillita contestó que no podía, porque sus hermanitos tenían hambre y les debía llevar la comida. El conejo se burló de la ardilla y ésta, ofendida ante las risas del orejón, le pegó un golpe en el hocico. El conejo se puso furioso. Comenzó a surtir a la ardillita con sus enormes patas y como era más grande y fuerte, le metió una buena paliza. La ardilla quedó tirada en el suelo, desmayada. El conejo se fue a jugar; después de un tiempo olvidó el suceso. Los hermanitos de la ardillita se quedaron sin comer y estaban tan débiles, que no pudieron esconderse del zorro que llegó a devorarlos.

Cuando la ardillita despertó, todo había cambiado.