Se me ha cortado la respiración, por un momento creí que moriría, pero vuelvo a darme cuenta que es tu recuerdo el que me quitó el aliento por tan solo unos segundos, ya me ha pasado antes, a veces creo que un día simplemente no respiraré más.
Hoy me levanté sin un sentimiento, me acerque a la regadera, creo que también amanecí sin un pensamiento. Me visto, no escojo colores, solo algo que no deje mi piel al descubierto, de haber podido me hubiera tapado hasta los ojos. Dispuesta a no ver nada, ni a sentir el viento recorrer mi piel, salgo de mi casa –hmmm… ¿Mi casa? ¡Perdón!, la casa de mis padres y, bueno, también la de mie hermano, la casa de todos menos la mía–, subo al coche y recorro el mismo tramo de la ciudad que recorro todos los días. He llegado a la escuela, creo que alguien me saludó, apenas escucho su voz, creo que sonreí pero no estoy segura, ya hace tiempo que mi cuerpo toma decisiones sin consultarme. Sigo caminado, creo que hace calor, la gente muestra su piel pues sus ropas no cubren del todo sus cuerpos; no entiendo por que, yo siento ráfagas de aire frío a momentos, aunque no estoy segura de que vengan del exterior. Sigo caminando, no se a donde voy, debería de estar en… ¿en dónde? No estoy segura de donde, solo se que aquí no debería de estar. Sigo caminando, ya no importa a donde vaya, es igual, no voy a llegar a ningún lado. Vuelvo a sentir esa ráfaga de aire frío, empiezo a temblar, ahora lo se, viene de mi interior, ¡Espera! No puedo respirar, ¡Espera! Creo que esta vez si moriré, trato de gritar ayuda pero me ahogo en mi misma; se me doblan las piernas, por favor, ¡no puedo respirar!, espera… creo que ha vuelto a fluir el aire hasta mis pulmones, y entonces… siento… te siento
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