Me enamoraría
de una mujer briosa que trepara por mis abismos
sin tambalearse y despejara con sus manos las espinas
que fui aposentando en mi alma rugosa para embelesarse
con los descriterios de un barco que zozobra en la arena de
mis soledades crepusculares, la haría reina y la idolatraría
si desvistiera su verbo de candores y caricias y se plagara
de verdades encastilladas en habitáculos latientes para
desenmascarar los mitos que adornan mi razón
maquillada por las complacencias y los fervores…

Me enamoraría
de una mujer cantarina que solfeara maleficios y sortilegios
y me condujese con sus cristalinas notas a la cumbre
de los suspiros y yo encallase en las alturas como
un cascarón sin suerte que sobrevive de espejados sueños
sintiendo que ni la parca me sobrevive ni el destino
se resuelve a contarme entre los suyos, ser una piedra
encantada en los bloques salinos y contemplarla, eso
únicamente me bastaría para amarla…

Me enamoraría
de una mujer alimentada de silencios y de sonoridades,
que ahuyentase los espectros de mi corazón ciego
para acompasar los sones enfermos con sus notas ebrias
que me alejarían del desfiladero para caer en sus brazos de
ecos contenidos y de hechizos encapsulados y sin palabras
brotando de mi boca herida sentir que un beso le devuelve
su sentido y perpetuarme en esos laberintos de huellas y
sigilos para pernoctar la noche tan eterna y tan perfecta junto
a su aliento de salvaje y suave ternura…