¡Oh, Vida! ¿Qué chispa te encendió?
Dime ¿Cómo lo haces para elegir
con quién ir y a quién dejar?

Admiro aquella frialdad y la facilidad
con que dejas los pequeños cuerpos aún tibios.

Y si los dejas a ellos
¿Por qué no dejas el mío?
¿Con que cánones riges tu andar?

Tan insondables son tus pensamientos
¡Oh, Vida! tan impredecible tu mirar.
¿A qué caminos me llevarás hoy?
Me rindo a tus pies y a tu voluntad,
ya que mis sueños no veo concretar
y no tengo ambiciones por las que luchar.

Me abandono a tu sabiduría y si algo queda de tu bondad
llévame a un mejor lugar
o deja mi cuerpo sin más
y perpetua mi belleza por la eternidad
con mi frialdad y oscuridad.

Sí, Vida, por lo menos hazme ese favor
si para mí el tiempo ya acabó
no te demores en volar,
pero si aún algo queda por recorrer,
bríndame las energías de las que carezco
y llévame a las regiones septentrionales del universo.

Allí donde el sol no quema sino acaricia
y el pasto es la suave seda que abraza los cuerpos,
el lugar donde los ríos bañen mis heridas
y mi savia se mezcle con la tierra virgen.

Maneja tú, Vida, mis pasos, que a mí
ya no me quedan fuerzas.