Lúcida
Sus ojos cansados de ver todo como nunca fue, brillaron en la locura amarga del cansancio podrido en el regocijo de los pesares callados, escuchaba la lluvia caer y su alma se llenaba de gratitud, la luz que la iluminaba se le iba opacando en su absorto pensamiento, tomaba la pluma la empañaba en tinta y sentía un placer tan culpable en su desliz del que no se sentía digna, así se lo dijo a un amigo:
-Allí donde nadie me ve, escribo mi historia que nunca termina
su amigo la miró asombrado y le dijo:
-yo también, aquí en la lluvia como en mi inconsciente
Ella sonrío tan dulce que no pudo evitar mirarlo a los ojos y le dijo:
-veo en tu ojos tristezas calladas que me gritan pidiendo socorro, por favor, no estés triste que la vida nunca a sido justa, es simplemente bella.
El se sintió tan incomprendido que no pudo evitar mirarla con el odio agazapado por todas sus tristezas, quiso ahorcarla y decirle que nunca lo había entendido, que no intentara comprenderlo ahora, el que se hacia su amigo tomo sus manos con el suave sonido del viento y la remecía una y otra vez
Ella se quedo en el ruido de la lluvia y se estaba haciendo una con el entorno, pero el amigo implacable, su padre, le puso un ruido más fuerte cada vez y la atormentaba en cada segundo como si la estuvieran resucitando, entonces con el cansancio ya a cuestas de su temperamento alzo la voz, movió su mano y bostezando dijo:
- ¡ya desperté!
apagó el reloj ..
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