quisiera hacerte un nudo en la garganta, causarte sensaciones. quisiera provocarte la más absurda inseguridad y ver cómo sales corriendo. quisiera detenerme justo ahí, en el punto de con-fluencia, en la determinación absoluta, en el detalle perfecto, en el filtraje inmediato, en la extrañeza completa.
quisiera salirme de alguno de tus parámetros preestablecidos de la forma en que llevas tus cosas, tus situaciones, en cómo enfrascas y etiquetas tus recuerdos para no ser olvidada por otro momento más decisivo. quisiera asomarme por tu ventana y ver el espejo de los vecinos, y no ver nada en él, porque no hay algo que deba verse porque lo único real, infinitesimal somos esto que tenemos en frente y nada más, y mientras más re-corra el minutero del reloj de mi pared, mientras más palabrería inventada haya por dos locos que salen a fumar por el balcón, dos que siempre estuvieron y que siempre estarán, de la forma, de la mirada que sea. porque esto es lo único que hay, porque esto es lo único que se puede ofrecer: la prueba irremediable de un intento en cuya oración se ruega que no sea frustrado. |