A veces las luces se encienden,
y se nota la excipiente atmósfera,
el retrato clonado de las noches.

Yo.
Que ayer camine sobre la baranda del puerto.
Los ojos se me abalanzaban de un mar a otro,
las manos se batían rasgando el aire empedernido.
Yo caía a la arena,
mas mientras lo hacia, mi cabello iba llegando al bacón de la catedral del centro.
La cruz se quema todos los días, cuando la miro empinarse.
Mas si supieras lo que yo se,
Si la vieras como yo la he visto cuando cesan los salmos...
A ella se le quema el más íntimo gemido
le arde la paloma que baila sobre su frente.
Yo la miro mientras me suicido.
Ella me ve mientras se abalanza sobre el más próximo edificio.

!Que bah!
Soy cruz- piensa
Y no pájaro de paz.

!Que bah!
Soy mujer, me han dicho- pienso
Y no cruz de montaña.

¿Quien ha dicho que la noche es noche cuando no se le mira?
Yo se toda la verdad de las antorchas apagadas.
Y he visto indiscreta a doña noche revolverse el sexo antes de irse a dormir.

Anoche, antes de mi décimo suicidio
tropecé bajo la iglesia del puerto.
Lloraban plumas los pájaros de paz.
Y las cruces de las capillas del sur
hacían filas con las manos juntas por delante del cinto.

Me quede en silencio.

¡ha querido ser viento una pobre y negra cruz!