La mesita de la habitación de aquel motel de mala muerte era el único objeto al que aferrarse para no escapar de su realidad. Ni la cama, ni el resto de los escasos muebles le eran útiles para tal fin.
En el cajón de la mesita escondió su memoria, sus pensamientos, y su subconsciente. Al lado de la Biblia que todo buen motel debía tener en sus habitaciones.
Sacó la botella de whisky que había en el interior de la Biblia, y bebió hasta que olvidó donde había depositado su memoria.
En tal estado, salió de la habitación dejando su pasado tras de sí, para nunca poder volver a él.
Texto agregado el 01-01-2007, y leído por 118
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Lectores Opinan
02-01-2007
seria lindo poder enterrar asi algunas memorias antes de que estas nos entierren a nosotros... lástima que para eso soólo sirve la amnesia y me parece un poco drástica....
me gusta ^^ ***** alondratolondrada
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