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¡ Fin de semana largo! estoy con mi familia en Maitencillo, sentada en la terraza de nuestro refugio playero, admiro sobrecogida la inmensidad del mar y escucho a lo lejos el romper de las olas en las rocas de la playa, me siento pramiada por la vida pues a pesar de mis males soy feliz.
El aroma fresco de la briza marina traslada mis recuerdos a mi lejana y recordada ciudad natal, Punta Arenas. Desde el mirador del Cerro de Cruz observo maravillada erl estrecho de Magallanes, su cielo arrebolado, la profundidad de sus aguas y sus casas con sus techos rojos e inclinados para deslice de la nieve. La frscura del viento austral acaricia mi ,cara.Como es habitual en Invierno, la noche con su manto gris enbuelve rapidamente la ciudad y grandes y danzantes copos de nieve comienzan a caer del cielo, se apresuran y atropellan por llegar primero al suelo, lentamente todo se cubre de blanco, en el azul profundo del cielo, las estrellas se asdoman timidamente para admitrar el bello espectáculo. La ciudad se ha vestido completamente de blanco. es de noche y salimos a la calle. Con nuestros y vecinos nos disponemos a construir grandes y alegres monos de nieve, jugamos de una vereda a otra a la guerra de bolones, nuestras manos se entumecen con el frio invernal, paro la mirada atenta y cariñosa de mamá y papá las abrigan a la distancia con su amor incondicional.
Mi hermano va en busca del trineo, poco a poco van apareciendo los demás niños con los suyos, nos subimos al nuestro y empiezan las carreras por llegar primero al plano de la ciudad, así llegamos hasta la plaza de armas, cuyos pinos ya se han cubierto de inmaculado blanco.
¡La subida es lenta y agotadora!, pero lo hacemos una y otra vez, hasta que nuestra madre nos llama desde la puerta de casa. Allí en el gran recinto de la cocina conj sus leños y carbones al rojo vivo, nos espera la mesa preparada conj un humeante plato preparado amorosamente por mamá. La habitual y entretenida conversación de nuestro padre ameniza la cena, la quer, siempre dejará una enseñanza sobre la vida.
El calor de nuestras camas nos espera, nuestra madre se esmera por que así sea. Un beso tierno y cariñoso de ambos nos despide y acompaña hasta la mañana siguiente.
Asdí transcurrió nuestra infancia en la ciudad más austral del planeta. Hoy tan lejos en el tiempo, pero tan cerca en mis recuerdos, agradezco a la vida haber tenido la oportunidad de vser una nioña afortunada y feliz.
Maitencillo, Otoño, 2006 |
Texto agregado el 01-01-2007, y leído por 488
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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01-01-2007 |
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El mirador del Cerro de La Cruz, con su trágica historia y panarómica vista de Punta Arenas, el majestuoso Estrecho de Magallanes y su insolente colorido, recuerdo de una infancia feliz que agradeces desde el amor. Los trineos y las guerras con las bolas de nieve, tan típicas en el parque de la Avenida Colòn, hace ya muchos años, a la salida de los colegios, cuando existía la doble jornada, el Liceo de hombres, el Liceo de niñas, Marìa Auxiliadora, el Colegio Inglés, llegábamos a casa mojados y felices, nada lo impedía, las casas puntarenenses cobijaban con su abrigo y calor. Punta Arenas, un lugar para ser feliz, aunque la naturaleza sea arisca y violenta, y tú lo fuiste, al igual que yo, con décadas de diferencia, Me encantó leerte y recordar hechos y momentos en común, mi querida coterránea, te dejo mis cinco estrellas y mi cordial bienvenida a ésta hermosa página. Hermoso texto de presentación. Ignacia |
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01-01-2007 |
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Felicidades por esa felicidad que dices tener y por esos hermosos recuerdos. 5* astigitana |
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