Frente al ordenador, la musa de la realidad se le escapaba entre las teclas. Tal vez fuera porque ya había exprimido todas las ideas de su cerebro-bueno, lo que recordaba de los libros que había leído, y que ahora, con ligeros cambios, había escrito de nuevo bajo su firma-; o tal vez fuera porque el ordenador no era suyo, lo había tomado prestado de su lugar de trabajo. Pero de todas maneras, era raro que no pudiese escribir nada con él, pues en su lugar de trabajo la gente pasaba sus ratos libres- bueno, y no tan libres- escribiendo cosas con él que luego mandaban via e-mail a diversos medios.
Por eso, al ver la facilidad con que escribían en ese ordenador en concreto, decidió apropiarse durante unos días de él, como ya había hecho con las ideas de otros anteriormente.
Pero, realmente, no conseguía escribir nada con él, ni una mísera línea, ni una pequeña idea que llevarse al teclado. Sólo esa pregunta una y otra vez de algo llamado Clave de acceso/Password. Si realmente fuera un escritor, o algo parecido, podría escribir algo con esa idea. Lamentablemente no sabía, ni remotamente, qué hacer con aquellas palabras- es más, no sabía qué querían decir-.
En fin, lo dejaría correr, y volvería a su lugar de trabajo, donde seguramente ya habrían echado de menos el ordenador...
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