Detrás de la noche íntima de promesas
escojo a los transeúntes de andar rustico
andrajosos de alma intacta
serenos caballeros del momento que perdieron

En sus trajes magros de adornos angustiados
abren sus bocas en señal de inquieta recurrencia.
Caen de veredas temerosas del asombro
escarpada por el trono que perdieron
en la última mañana que escucharon.

Son misterio arrebatado en manos miserables del dramático mañana
combatientes perezosos
caídos
inspirados por la peor de las causas,
la tragedia de ser un puñado de empobrecidos,
vendidos a la incrédula mortalidad,
por una mísera palabra arropada en la sonrisa
y la añorada capacidad de despertar muriendo.

Por que son muerte entregada al silencio que existió en el ayer
y porque son muerte es que yacen sus llantos
entre los despojos escarbados por la distancia,
y de ser para si mismos el destierro implacable,
breve, en el susurro de sus parpados.