Epílogo del texto baruch, Elegía para un corazón desolado.
1 Que el corazón enfurecido de mi Señor se aplaque; Que mi Señor se aplaque; Que Mi Dios que se ha apartado de mí se tranquilice.
2 La falta que he cometido la conozco. Señor, he comido un pan de lágrimas y de llantos, he bebido el agua salada de mi tristeza... he infringido la prohibición de mi Dios.
3 He hollado lo que detesta mi Dios. He pisado la senda que a mi Señor no es agradable.
4 Mi Señor, mis faltas son numerosas, grandes son mis delitos; mi Dios, mis fallas son muchas, grandes son mis pecados. Señor mío, mis fallas son sin numero, grandes son mis delitos.
5 La falta que he cometido, la conozco; el delito que he cometido, lo conozco; la maldad que he realizado, la conozco.
6 La prohibición que he infringido, la conozco; la cosa detestable que he hollado, tristemente la conozco.
7 El Señor en su corazón enfurecido me ha mirado malignamente; Mi Dios en su corazón encolerizado ha hecho que me vea golpeado.
8 Mi Señor, se ha apartado de mí, encolerizado y me ha puesto enfermo.
9 Mi Dios, me aprieta; Mi señor, ha puesto en mí el tormento.
10 Busco sin cesar y nadie me da la mano; he llorado y nadie se ha acercado a mí; lanzo gemidos, pero nadie me escucha.
11 Estoy atormentado, estoy ciego, no veo.
12 Mi Dios misericordioso, vuélvete hacia mí, te lo suplico. Mi Señor, beso tus pies, me arrastro sin cesar ante ti.
13 Oh Señor Mío, vuélvete hacia mí, te lo suplico; Oh Dios, vuélvete a mí, te lo suplico.
14 Mi roca, mi fortaleza, mírame, te lo suplico... oh Dios, mi Dios, te lo suplico.
15 Así, Dios mío, ¿cuándo tu corazón encolerizado se calmará? Así, Señor mío,
¿Cuándo tu corazón hostil se aplacará?
16 Los hombres son estúpidos, no saben nada; pase lo que pase, ¿qué saben ellos? Tanto si obran mal como si obran bien, ellos no saben nada.
17 En cambio yo, Baruch, hijo de Amos, tu siervo, que conociendo tu camino he obrado mal ¿podré tener perdón?.
18 Que conociendo tu senda he obrado malignamente ¿He de alcanzar tu misericordia?
19 Indigno soy incluso de esta suplica, no soy digno incluso que inclines tu oído a mi ruego.
20 Mi Señor, no rechaces a tu siervo; yace en un cenagal, tómalo de la mano, deposítalo en lugar espacioso, tranquiliza su corazón.
21 El delito que he cometido, cámbialo en bien; el pecado que he realizado, perdónalo; la falta que he cometido, que el viento se la lleve.
22 Mis pecados son numerosos, quítalos como un vestido. Mi Señor mis pecados son numerosos, cámbialos como cuando vistes las estaciones.
23 Señor mío, mis faltas son siete veces siete, perdona mis faltas. Mi Dios, mis pecados son siete veces siete, perdona mis pecados. Mi Señor, mis fallas son siete veces siete, perdona mis fallas.
24 Perdona mis faltas, que canto tus alabanzas.
25 Que tu corazón, como el corazón de un padre carnal, se aplaque. Que tu corazón, como el de una madre carnal, se tranquilice.
26 Mi Señor, perdona mis pecados, salva mi corazón, que estoy de rodillas a ti, derramando mi alma.
N del E:
ORACIONES PENITENCIALES
Los babilonios distinguían cuatro grupos de oraciones penitenciales:
1. Las oraciones ershahunga, *elegías para calmar el corazón de una divinidad irritada; redactadas a la vez en sumerio y en acadio, estas oraciones son muy antiguas, del segundo milenio a.C.; una de ellas es incluso anterior al 1600.
2. Las oraciones unninnu, "súplica"; son también muy antiguas; el prototipo de una de ellas es anterior al 1600.
3. Las oraciones dingir shadibba gurruda, "para hacer que vuelva el dios irritado", este género literario nació también durante el segundo milenio.
4. Las oraciones shigu, género literario todavía poco documentado y cuyo nombre mismo no está aún muy claro.
Las oraciones penitenciales recogen los siguientes elementos, manejados con cierta libertad: invocación al dios, reconocimiento de culpabilidad, lamentación, petición de perdón para obtener la vuelta a las condiciones normales de la existencia. Conviene observar la relación que se establece entre culpa y desgracia (la culpabilidad se deduce de la condición lamentable en que se encuentra sumido el suplicante) y entre perdón y felicidad, así como la afirmación repetida con frecuencia y con diversas fórmulas de cómo se encuentra el suplicante.
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