TERTULIA
“Si el mar se ha llenado de estrellas
yo debo tomar el primer avión
y recoger todos los peces del cielo”
Recuerdos del futuro, Mario Meléndez.
“A Cristina, quien todavía había no había revelado su presencia.”
Se citaron en casa de Luis. El espacio era cálido, hospitalario y armonioso. Elena llegaba por primera vez; toco a la puerta con un tímido aliento, cerro los ojos y se visualizó con ellos, repitiendo cantos, leyendo poemas, perturbando la palabra, rozando voces, cicatrizando las heridas de sus cuerpos.
Luis abrió su mundo y su sonrisa a los anhelos de Elena.
La sala, los libros y las luces tenues tomaron el lugar de la escena. Bebieron café americano acompañado de galletas de chocolate, sentados en torno a la mesa, en franca comunión.
Eduardo, sin saberlo, había introducido a Elena al universo de magia y de desvelo creativo.
Luis, Elena, Eduardo, contaron cuentos, cruzaron mares, se dijeron himnos de amor y desapego, volaron como pájaros en tarde de otoño, enlazados con el deseo de congregarse nuevamente. Pasadas las horas cataron frases en silencio, se miraron a los ojos bajo la luz que proyectaba vagas figuras despendidas del humo los cigarrillos.
Elena, dispuesta, abierta a iniciar el ritual, seducida por el diálogo y el intercambio, enmudeció ante el miedo de ser descubierta entre los párrafos de una novela que había escrito sólo para ella. Eduardo interrumpió su silencio, le dio su voz porteña y tras la lectura de varias cuartillas emprendió el recorrido y la danza por los recovecos de la casa de Elena.
Al escucharse en los labios de otro, Elena lloró en un acto íntimo y humano, para sí misma. La garganta se le había cerrado y sintió la urgente necesidad de darle un sorbo a la bebida; al incorporarse de su asiento se dio cuenta que ya no estaba, que se había fugado a su interior. Volvió para escuchar el grito acompasado por la cadencia de los versos de sus nuevos amigos.
Los comentarios no se hicieron esperar mientras las respiraciones alternaban los momentos de pasión de los tres personajes.
Terminó la tertulia. Al despedirse se había borrado la sutil línea que marca la distancia.
Lady López, 2006.
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