Estoy metida en un agujero muy profundo, nada me puede sacar de aquí, todo es negro y denso y tengo un sabor amargo en la boca, como a cenizas. Quiero hablar pero no salen de mi boca más que esbozos de palabras que no comprendo. Al mirar alrededor, todo es penumbra, penumbra y un hedor abominable a humedad, a pensamientos húmedos, ya pasados, de tiempos que ansían secarse y desaparecer.
Escucho voces sobre mí, voces que me rodean y hablan en un idioma que me es absolutamente desconocido, pero que en un tiempo supe comprender. Escucho pasos, pasos de mujeresqie con sus zapatos de taco alto se sienten superiores. Escucho ruidos de máquinas, escucho el viento al pegar contra la copa de los árboles, escucho el ruido de mis pensamientos que cada vez se hacen más agudos. No sé qué contienen, sólo escucho cómo se deslizan como serpientes dentro de mi mente, atravesando mis venas, pudriéndose.
Algo se rompe, no puedo reconocer si dentro o fuera del agujero. No es un estruendo de vidrios, sino un quebrar seco y sordo.
Bajo la cabeza y me miro, miro este saco de músculos que se pretende cuerpo, no lo reconozco, aunque en algún momento lo sentí propio. Ya no me importa el dolor, ya no me importa la sangre que brote de esta piel ajada. La extrañeza envuelve todos los sentidos, sentidos que quiero alejar, porque sólo otorgan lo que no quiero sentir más.
Vuelvo a mirar hacia arribay ahora hay quienes están arrodillados al borde del agujero.no son muchos, no sé por qué tienden sus manos hacia mí, creo que intentan tocarme. Pero sus manos me asustan y me agacho para alejarme de ellos. Ahora me gritan, pero sigo sin comprender; sus gritos me hacen retroceder aún más, hasta que con las manos, lo que antes eran manos, cavo aún más profundo y me escondo debajo de la tierra. No se rinden, quieren entrar, quieren llevarme con ellos a ese mundo al que ya no pertenezco. Me miran con pena, sólo les causo lástima, todo es tan confuso…
Me cubro con más tierra, me hundo en un barro acuoso que me ahoga y perfora mis poros hasta que… Ellos se meten al barro pero ya no pueden sacarme, no me quieren soltar pero es hora de que me dejen sola, no quieren comprenderlo. Se empeñan en sacarme pero no se puede, el barro mancha sus ropas pero ya no hay nada que se pueda hacer.
Mi mente ahora está borrada, no hay recuerdos que llevar, toda la pesada carga ha sido vaciada, pero no hay lugar para cosas nuevas. Ya no existe el dolor, ya no existe nada, no existe nadie, ya no existo.
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