Comi: Zarigüeya, triunfaremos. Confía en mí. Triunfaremos.
Zari: (curiosa, mas no sorprendida) Confío. Triunfaremos.
Comi: (mirando a la luna) Los estandartes de plástico y carne molida avanzan hacia nosotros, Zari. Siento sus pisadas sobre la tierra dolida, siento su rabia a través de los vientos, vienen con tarjetas de crédito y desarrollo sostenido, con pantallas planas y estudios de impacto ambiental. Tengo miedo.
Zari: (se sienta a su lado, mira también a la luna) Yo también, Comi, yo también. Las cosas ya no son tan sencillas como eran antes. Pero tú, yo, somos libres. Estamos más allá de esas huevadas. Por mucho que caigamos en el mismo abismo, que nos asedien los estandartes enemigos, por mucho que choquemos contra el fondo de piedra, o peor aún, de chicle pegajoso y rosado, sabes que allí abajo quién está golpeado, aturdido, atascado, no eres tú. No es el verdadero tú.
Comi: (cierra el puño con rabia, lo eleva en el cielo) Malditos. Quieren hacernos creer que no somos, que el mundo material no existe, que somos esclavos metafísicos. No pueden con nosotros, Zari, tenemos el poder, la autoridad, tenemos las legiones de miles de pequeñas criaturitas, así como nosotros, en medio de la noche, ocultas entre sombras de existencialismo, drogadas con la luz de la luna, clamando al unísono junto con nuestras voces. Tenemos la convicción de mil estrellas, de medio infinito, y triunfaremos.
Zari: (se para, emocionada, conmovida) Exactamente. No debemos olvidarlo nunca. Ni sus estandartes ni sus amenazas podrán con nosotros, y debemos mantenernos firmes. Debemos recordárnoslo, siempre que podamos.
Comi: Pero debemos olvidarnos del mañana. Aunque sea por hoy, aunque sea por esta noche, de estrellas. Eso es lo que haría Van Gogh, yo lo sé. Hace calor, y sencillamente no vale la pena, cuando hace calor, ser un torpe y tonto esclavo del mañana. No vale la pena, cuando el aire huele a polen – aunque no haya polen en el aire – y el polen pueda ser cualquier cosa que tú quieras que sea. Love is in the air, smog is in the air, hormones in the air, lo que tú quieras. El polen está en el aire – aunque no haya polen – y hace que valga la pena solo preocuparse por esta noche y por un vaso d Coca-Cola.
Zari: (agacha la cabeza, se lleva un dedo a los labios) Mmm . . . ¿puede ser Coca light?
Comi: Por supuesto. Pepsi también, o Inca Kola, que con todo combina.
Zari: (sonríe) Ah, qué genial.
Comi: El punto es que no tiene por qué haber mañana lleno de niebla, sino solo ahora de polen. Aunque sin polen. Porque tú sabes que hay gente alérgica y todo eso.
Zari: Claro, el polen es solo una metáfora de algo que flota, algo así medio etéreo en el aire (hace gestos extraños con las manos). Carpe diem. Pensar en el ahora un poco más que en el mañana o en el diez años después.
Comi: Exacto.
Zari: Si fueras alguien más te preguntaría si has estado en el pantano hoy, quizás inhalando, tú sabes, los “vapores” que salen del agua. Pero a ti te conozco, te entiendo. (se ríe)
Comi: (hace una reverencia con la cabeza) Lo tomaré como un cumplido.
Zari: (respondiendo la reverencia) Como debe ser.
Comi: No sé, solo siento ganas de no estancarme ahorita, tú sabes, como lo hago normalmente. Quiero algo más, quiero nihilismo activo, posibilidad. Y tú eres la criatura más interesante que encontré por estas tierras a estas horas, así que tuviste que pagar el pato, sorry. Me siento medio poético, y prefiero soltarlo así, acá y contigo, que . . . no sé, dejarlo fluir por otros medios de los cuales después pueda arrepentirme. Aunque quizás debería dejarlo fluir sin más . . .
Zari: (interrumpiendo, irritada) Un momento. Estás diciendo que, dadas las circunstancias de otra manera, ¿no me habrías escogido a mí para pagar el pato? Debo confesar que me siento insultada, y herida, al mismo tiempo. Lo cual no es muy difícil. Al fin y al cabo, soy una zarigüeya.
Comi: (preocupado, intentando arreglar el daño) No, no, no, por favor, cómo puedes pensar eso. Claro que sí te escogerí, Zari, te buscaría por todo el bosque para soltarte mis estupideces. You feel my word, homie, de alguna extraña manera, todo este sinsentido eres capaz de transformarlo en coherencia. Lo entiendes, algo que ni yo mismo soy capaz de hacer.
Zari: (más tranquila) Ahhh ok, me parece muy bien. Bueno, tú sabes que para ese tipo de pensamientos también te busco a ti. ¿Quién mejor para entender este tipo de estupideces?
(La comadreja se queda pensativa un momento, tratando de definir si era un cumplido o todo lo contrario. A los pocos segundos se da por vencido. Por unos momentos reina el silencio, ambas criaturas miran a la luna.)
Comi: (volteando hacia la zarigüeya) Zari, ¿por qué no tomamos el mundo? Tú sabes, como Pinky y Cerebro, pero bien hecho. Creo que deberíamos, lo llevaríamos mejor que los idiotas en el poder ahorita. Malditos cartesianos. La revolución del pensamiento llegará y los hará arder a todos. O nos hará arder a todos.
Zari: (negando suavemente con la cabeza) Ese no es nuestro asunto, Comi, por lo menos no por ahora, y no así. Eso es para lo que babean por el poder, y hasta donde sé, nosotros podremos babear por muchas cosas pero el poder no es una de ellas. Queremos la revolución del pensamiento, si, pero no la podemos llevar a su ejecución máxima. Todo tiene su tiempo.
Comi: (resignado ante la realidad) Supongo que tenemos que revolucionarnos a nosotros mismos, primero. Si no, naranjas. Tenemos que dejar de ser camellos.
Zari: (afirmando) Si, y eso es exactamente lo que hacemos, o al menos tratamos de hacer. Yo ya no quiero ser camello, Comi, ya me cansó. Pero la verdad de las cosas es que me olvido, uno no puede, por mucho que quiera, pensar en Nietzsche veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Por mucho que quisiera – aunque no quiero, porque sería demasiado freaky, créeme – sencillamente es algo que no se da.
Comi: Es que es tan tentador ser camello, que te den las respuestas, que te den incluso las preguntas, tan cómodo y relajante, que todo ya esté hecho y que no haya que reinventar la rueda. Todos caemos inevitablemente en eso, es adictivo, porque seguimos estando al nivel de los hombres – aunque seamos una zarigüeya y una comadreja hablando en términos nietzscheanos. Pero no todo es Nietzsche, jamás, también hay mucho de Van Gogh, de Shakespeare, de Fiona Apple, de Celia Cruz, de Tom Cruise, de Bart Simpson, de Garfield, y tantos, tantos más. La vida es una colección de momentos, yo soy un payaso, y colecciono momentos. Que trascienden sus límites de tiempo y espacio y vuelven para patearte en el culo, pero fuck it, hacen que todo esto valga la pena.
Zari: Si pues, si no, qué sería todo . . . nada, supongo. A algo hay que aferrarse para poder se feliz, y normalmente, uno solo es realmente feliz en un momento dado, y uno solo se da cuenta cuando el momento ya pasó. Y por eso lo recuerda y lo recuerda, como una anciana que acaricia a su gato hasta arrancarle el pelaje, porque así te jode el cerebro, igual que a la vieja loca con el gato muerto sin piel en los brazos. Lo increíble es que con solo recordar ese momento, ese segundo en el que en algún punto de la historia fuiste feliz y no hubo antítesis para tu tesis, con solo la imagen del momento, o el sonido, o quizás el olor o el sabor, o fuck, quizás un poco de todo, realmente acaricias al gato como si fuera el amante perdido que nunca volvió de la guerra al muelle de San Blás, y por un segundito en el presente, cuando recuerdas el pasado, vuelves a ser feliz como lo fuiste en ese momento perdido. Aunque sea solo mientras tienes esa imagen en la cabeza y en el corazón.
Comi: Si, volverse adicto a ello es un crimen insensato, pero completamente entendible. A la evocación desmedida, digo. Porque la creación es otro asunto por completo. Todo se basa en coleccionar momentos, momentos Kodak, si quieres, lo cual es una muy buena metáfora, dicho sea de paso. Coleccionar todos esos momentos puede ser tortuosamente delictivo, cierto, pero vale la pena, incluso cuando es cruel. Incluso cuando es cruel como una terracita y un par de sillas, un mil hojas de fresa y un café sobre la mesa, quizás un sandwich o un helado, una sonrisa, y de hecho el suelo lleno de recuerdos y pisadas del pasado que son repisadas pero los personajes han cambiado para papeles que hubo que reformar, que reescribir, porque “all the world’s a stage”, cierto William? “Cierto”, dice. (la comadreja se emociona) Pero por eso mismo hay que agregarle drama y tensión. Si no, nuestro público se aburrirá.
Zari: (riéndose) Está buena esa del “cierto William”. Y si, es cierto, son momentos que cobran vida, que uno mismo les da vida, los anima y reanima, los interpreta una y otra vez en el pequeño stage mental de la memoria y lo tiene en perpetuo movimiento, hasta que en un momento dado y sin darse cuenta una función es mejor que alguna anterior, y en la soledad del individuo imbécil uno termina riéndose o llorando – cualquiera de los dos a mares – porque la última función sencillamente fue mucho más feeling que la anterior, y una vez más el recuerdo se ha escapado de su jaulita de hámster y ha dejado corriendo la rueda. Pero también hay que tener cuidado con eso, porque mucho de representaciones y funciones y uno puede terminar por volverse adicto a eso, y termina olvidándose del carpe diem y del tiempo presente para volverse un junkie del recuerdo, adicto al teatrito interno, pero incapaz de nuevas obras.
Comi: (enredándose a sí mismo) Porque lo que fue no es lo que será ni lo que es, aunque lo que será o lo que es pueda ser lo que fue, si es que no fue ya. Son adictivos, te digo, tanto los recuerdos, como los tiempos verbales. Ambos te permiten justificar lo que quieras, es medio sofístico el asunto, en realidad. Pero dentro de su maraña confusa a veces hay línea o caoses con sentido, que uno puede seguir, o al menos tratar, como un connect the dots para encontrarse a sí mismo y forma una figura de algo, no sé de qué, porque tendemos a perdernos a la altura del crucigrama o de las caricaturas de la página de amenidades de El Comercio, sobre todo los domingos.
Zari: (pone cara de disgusto) Aj, fucking domingos. Odio los domingos, no me hagas ni acordarme de ellos. (cambiando a una expresión más alegre) Si, Comi, tienes razón en muchas cosas, y sabes qué, sobre todo tienes razón en una: triunfaremos.
Comi: Si, Zari, triunfaremos, en serio espero que si. Llegaremos a la cima, y seguramente yo tendré que alcanzarte allí. Así que guárdame un sitiecito pes, y un cafecito si puedes, porfas, porque seguro hace frío allí arriba.
Zari: Cheb, nos encontramos arriba, estoy segura. Tu guárdame una Coca light y un puchito pes, y estamos a mano.
Comi: Hecho (se dan la mano para cerrar el trato).
Zari: Bueno Comi, me tengo que ir, ha sido muy interesante, pero todavía tengo que llegar a mi madriguera. Nos encontramos pronto, aquí mismo bajo la luna. Prepara las legiones.
Comi: Perfecto Zari, estaremos listos, triunfaremos. Estoy seguro que si. Es realmente impresionante todo lo que una comadreja y una zarigüeya pueden discutir bajo la luna, ¿no crees?
Zari: Si, realmente. Somos lo max.
Comi: Somos lo max. Cuídat Zari, ya nos vemos.
Zari: Adiós Comi.
(Se despiden el uno del otro, y se alejan tomando direcciones opuestas. La luna sigue brillando firmemente en el cielo.)
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