Estoy harta de recibir réplicas sobre mi forma de ser, mi carácter.
Mi dificultad para encontrar la felicidad se ve saldada a veces, otras no.
Las personas cambian, maduran, pero conservan su base. ¿Es que he de cambiar en la totalidad?
No busco ya los besos, ni las caricias que hacían florecer mi corazón. No encuentro el cariño en los abrazos, me vuelve a inundar el vacío.
Harta de sonreír por la gente. Harta de esforzarme por sacar las cosas adelante.
No busco ya los besos, ni las caricias que hacían florecer mi corazón. No encuentro el cariño en las palabras.
Sólo busco, nunca encuentro.
¿Es que, a pesar de cambiar el sentido de mi vida, tengo que cambiar mis principios? ¿Es que todo me obsesiona, abruma y entristece?
La respuesta la tienes en una palabra: Necesidad.
La necesidad de amar, de querer, de ser amada, de ser querida. De encontrar en los besos el amor que necesito, de pasar un solo día entero entre el jugo de los caramelos pegajosos, en la dulzura del chocolate.
¿Es que no puedo prosperar? ¿Es que como persona no soy nada?
Me desespera.
¿Qué quieres tú que sea? ¿Una vez más, una muñeca de cristal?
Estoy harta de dar, y de recibir lo que no necesito.
¿O es que nadie me puede entender?
¿Es que nadie puede quererme?
¿Qué me merezco, pues?
Estoy harta de escribir poesías que hablan de contradicciones amorosas, harta de encerrarme en mi esquina, sin poder pensar.
¿O es que pienso demasiado?
Dime tú que soy, o que debo ser...
Por siempre jamás, ¿una princesa de cristal?