No... Tu no puedes saber que es eso, lo que se siente cuando estás solo, encerrado en una pequeña habitación. Cuatro bombillas que cuelgan del techo te iluminan de forma ténebre mientras tu intentas conciliar el sueño que rehuye de ti. No, tu no puedes saberlo, no puedes ni imaginarte todo lo que pasa por tu cabeza cuando empiezas a notar como la temperatura empieza a bajar, tu aliento se transforma en vapor, sientes el ambiente más cargado de lo normal, como si hubiese alguien más allí, aunque tu no puedas verlo. Y de repente, cuando ya creías que te habías acostumbrado a esa presencia y sin que te lo esperes, una a una, las bombillas empiezan a rebentar en el techo, logrando cada vez más, la ansiada oscuridad. Es en ese momento cuando lo puedes ver, una silueta que se desliza por el aire, sin una forma determinada, extraño entre extraños. Lo ves gracias al tenue brillo que emite cada una de las partículas de las que está formado.

No, no sabes lo que se siente cuando al fin se para y puedes notar como se fija en ti, como si acabase de descubrir tu presencia en la habitación. Como si tu fueses el extraño, el usurpador. Y es justo en el momento en que sientes sus ojos en ti y como se acerca para tocarte cuando el espectro descubre que es él el que está muerto. Ahora puedes sentir su cólera, su frustración, todo lo que hay en la habitación se sacude de forma violenta, los pocos objetos que no están sujetos se caen al suelo y se hacen pedazos, pero los pedazos siguen moviéndose en una danza terrible y macabra. Pero de forma tan inesperada como empezó todo acaba, el ser parece asumir su destino. Pero aun así, sabes que el sigue ahí observando, pensando que hacer. Notas como se acerca, como sus fantasmagóricos dedos se deslizan por tu piel dejando un rastro de frío. Aunque el carezca de cuerpo y sea inmaterial acaba descubriendo que es más poderoso que tu, porque mientras tu tengas miedo, puede controlarte a su antojo.

Muchos no llegan a comprender que llegados a ese punto, hay que luchar. Esos, son los que sucumben bajo el falso poder del fantasma del miedo, esos son los que no podrán recuperar su vida y serán poseídos. Pero si luchas contra el espectral ser, alzas la cara y le miras a los ojos sin flaquear comprenderá que no puede contigo, que no tiene tal poder y tu eres el que manda. Recuperaras tu vida, la luz volverá a iluminar la habitación y podrás ver que la puerta que antes estaba cerrada ahora se abre descubriendo un nuevo horizonte lleno de esperanzas. Y al fin... serás libre.