Cuando el amor se termina, una
avalancha de ruinas se precipita sobre el alma,
y allí más fiel que la luna se presentan
el dolor y la amargura.
Hubiera querido ser mas feliz
menos poeta, no saber de lágrimas y
quebrantos, de padeceres y de angustias.
Hubiera querido aquel amor imposible
aquel que creció sincero, aquel que fue altivo,
aquel que fue placentero.
Hubiera querido ser, menos poeta,
más duro y de ese modo hubiera querido,
también sufrir menos.
Hubiera querido ver más sonrisas,
mas bellezas, menos lágrimas, mas dichas,
más complacencia y dulzura.
Hubiera querido oír más música,
mas canciones, ritmos y cadencias,
hubiera querido dejar en algún rincón
todas mis dolencias.
Hubiera querido oír menos quejas
menos sordos ventarrones y mas risas,
hubiera querido sentir suavísimas brisas,
hubiera querido ser menos poeta.
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