TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / vmc_icon / Hijos de Nemed

[C:260069]

Semul estaba impaciente y angustiado por los tiempos venideros. Llevaba sufriendo el yugo del cruel dios durante muchos años y no le costaba imaginárselo riendo con perversidad, recostado de medio lado sobre su trono, allá en su fortaleza de la isla de Torinis. En la punta oeste de Irlanda, donde estaba sita, se la conocía de forma más sombría, algunos se referían a ella como la torre de vidrio, pero cierto era que su verdadera esencia retumbaba sobre los riscos de los acantilados irlandeses como la fortaleza de los muertos. Aquel fomoireo descendiente del rey Febar, cabecilla emprendedor de una cruzada en contra de los hijos de Nemed, era la personificación misma del mal. Todos le temían y aguardaban con desasosiego la venida del primero de Noviembre.

Ya soplaban vientos de cambio desde hacía días y algunos habían utilizado la magia para ver más allá del tiempo. La confusa niebla del destino vaticinaba una cruenta lucha entre dos pueblos, veía al hombre enfrentado a un poder superior, pero no dejaba ver más allá. El mar traía espuma envenenada de las aguas de la fortaleza y las riberas del condado de Donegal aparecían oscurecidas por el amargo sabor del dios sanguinario que atemorizaba a las gentes del lugar. Cada año, dos tercios de los niños nacidos y otros dos de la leche y el trigo producidos durante los últimos doce meses, habían de ser ofrecidos como pago al dios en la noche que abría el día de todos los santos. El pago se hacía en un lugar tan tenebroso como aquel que lo exigía, Mag Cetne, la llanura en que la vida acababa para todos los seres y los dioses de la muerte ejercían su poder sin distinción. Semul veía acercarse el día...

Indignados por los excesos de aquel miserable dios al que todos llamaban Conann, los pueblerinos alzaban puños y voces a un tiempo para clamar venganza en nombre de la inocencia arrebatada y los estómagos vacíos. Fue en una de esas revueltas de la plaza interior del pueblo que Semul se erigió sobre las gentes y llamó a la batalla para cesar aquel injusto sufrimiento. A su reclamo acudieron Erglann y Fergus Lethderg. Los tres descendientes de Nemed elevaron sus gritos por encima de la muchedumbre y muchos les siguieron. Cuando apenas faltaba una semana para el tributo, ya contaban con más de sesenta mil hombres, todos hijos del pueblo derrotado por Febar en el pasado.

No esperaron al día señalado. Movidos por la furia se llevaron la noche consigo, armados con espadas y lanzas, avisando su llegada en tropel con antorchas mientras las barcazas se aproximaban a la orilla de la isla. Nada pudieron hacer los fomoireos para detener la acometida contra Conann, al que dieron muerte. Pero, aunque su dios hubiera perdido la vida, los fomoireos contaban con una importante legión. Liderada ahora por un amigo de Conann, los hijos de Nemed fueron derrotados, dejando tan sólo treinta supervivientes que no tuvieron más opción que la de salvar sus vidas. Tullidos y malheridos consiguieron escapar y, según el libro de las invasiones, se refugiaron escondidos en tierras irlandesas hasta que la presión enemiga les hizo abandonar la isla hacia el Este.

Pocos eran los recuerdos que ya quedaban en la memoria y la sangre de aquellos que encabezaran la batalla contra el malvado dios. Semul murió dignamente cuando una espada fomoirea atravesó su corazón, muchos le honraron después, pero poco quedaba del resto, ni siquiera leyendas. La mayoría quedaron en el recuerdo como parte de los sesenta mil guerreros que se adentraron en la fortaleza de los muertos y mataron a Conann, pero el tiempo borraría sus nombres igual que el mar se tragara su inertes cuerpos cuando hicieran de él una fosa común. Durante meses, las costas cercanas a la isla de Torinis se plagaron de cadáveres, que amanecían sobre la arena como sirenas varadas, llenas de algas, en descomposición y con la expresión de espanto al ver la muerte sobre ellos. No hubo nadie que diera sepulcro digno a aquellos cuerpos, nadie que les velara... todos habían marchado hacía semanas.

Tres familias se formaron. Dos de ellas, se dice, se escondieron en la otra punta de Irlanda, la familia de Fir Bolg y Tuatha de Danann; la tercera era la de los Britan, que huyeron atravesando las aguas lejos de su tierra, para asentarse en otra ínsula cercana, aquella que luego se daría a conocer como Gran Bretaña. Si bien es cierto, que una leyenda aún más antigua afirma que la raza de los Nemed quedó extinta para siempre sin dejar ni la más mínima descendencia.

Extraído del libro "Senderos de Mitología Olvidada" de Víctor Morata Cortado

Texto agregado el 26-12-2006, y leído por 108 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]