Existen hombres que manejan sus inseguridades con humildad. Asumen sus errores, limitaciones y pequeñas fatalidades con entereza.
Te hablan de su pasado sin matices, en llano. No esperan que les comprendas ni les compadezcas, esperan que les escuches y regalarte así un pedazo de ellos, como si eso fuera no tanto un regalo, sino como un don: se dan, sí, hacen eso, donarte algo de sus recuerdos.
Cuando te besan no temen consecuencias ni largas conversaciones… sólo besan.
Y en su pragmatismo, dicen cosas que no pueden doler: todo tiene un sentido y una justificación puramente normal.
Hay hombres que se comprometen consigo mismos y no buscan comprometerte.
Te hacen el amor hablando y preguntando, con un leve sentimiento de inocencia o ingenuidad: no saben utilizar palabras violentas, ni soeces porque no saben si eso es bueno o malo. Buscan experimentarte al ritmo de sus orgasmos, reteniéndolos por ti creyendo que es lo justo.
Tienen ese alto sentido de la justicia sexual: es un toma y daca. Dar placer y recibirlo, reírse después de tocar el cielo, besar y abrazar, dormir a tu lado dándote el calor del cariño, sin hora en el reloj.
Hay hombres que no son todavía hombres pero dejaron de ser niños. Luchan por una felicidad que no saben aun si quieren encontrar y esperan aun que la vida les sorprenda. Viejos Peter Pan que aun sonríen.
Amigos y amantes… amigos con los suyos, amantes contigo, te llevan a compartirte aunque no te conozcan lo suficiente: te comparten con sus amigos y dejan que tú les sorprendas a ellos; y preguntan siempre “¿Estás bien, estás a gusto?” y lo hacen cuando te traen un tierno desayuno a la cama y lo hacen cuando te arropan a su lado.
Hombres que se quedan mudos cuando te atreves a decirles “me encantas, ¿lo sabes?” y en lugar de huir o correr de tu lado, contestan “joder, me gusta cuando me dices esas cosas, pero me quedo cortado, no sé qué decir.”
Y te ríes y te sientes normal, y querida y deseada y protegida y sientes que tienes tu espacio y sus caricias son constantes y ya sabes que no es sólo porque necesitan darte ese cariño, sino porque esperan el mismo cariño de ti.
Afecto, abrazos, confesiones, descubrimientos.
Noches de embrujo, días de ensueño, todo llano, fantásticamente normal, y empieza a ser excepcional por ser tan simple, tan fácil: no hay nada complicado, todo es perfecto sin ser explosivo pero al corazón a veces se le llega también con la sonrisa, sólo eso, sonrisa.
Hay hombres buenos.
Y acabo de ver que uno de los que estuvo siempre ahí es uno de ellos. |