Le temían...
Temían la energía y el poder de aquella joven.
Ningún caballero se atrevió nunca a amarla. Decían los más ancianos que el día que vino al mundo su madre la abandonó en un frondoso bosque, y que al ver la desdicha de la criatura, la diosa Venus la amamantó durante un año. Cuando la hacía dormir los árboles entonaban canciones de cuna entre sus hojas.
Se llevó a la niña con ella, habitaron allí a lo lejos, donde el cielo y la tierra se unen, donde las estrellas iluminan el curso de los ríos y las piedras flotan mientras bailan con las nubes.
Su lecho era de orquídeas, que perfumaban su cuerpo, las gotas del rocío ondularon su pelo y el aliento de Venus creó el más bello de los rostros, que con tan solo una mirada era capaz de enloquecer la más sólida templanza de cualquier hombre.
Fue devuelta a la tierra, el bosque donde la halló Venus la cobijó, las ramas de los sauces la arropaban.
Debía aguardar allí hasta que un joven la amara, pero debía amarla para siempre, con un amor sincero, lleno de frenesí y pasión, libre de vicios, mentiras y traiciones. Pero ninguno fue lo suficientemente valiente, pues sabido era por aquellas gentes, que un mortal no posee la capacidad de amar con tal perfección. Y allí aguardaba...
Al ver Venus el desinterés de los hombres entró en cólera, los ríos se desbordaron y la tierra tembló con violencia. Pero ningún castigo divino hizo que la doncella de las orquídeas fuera amada.
Su pelo se tornó canoso y su piel se agrietó. A su muerte acudieron todas las flores y todas las constelaciones. Venus lloraba, sus lágrimas caían sobre la hierba y la fecundaba, al momento crecían cientos de rosas.
Cogió el cuerpo de la que había sido su hija y la hizo lluvia, empapando aquel bosque. Venus volvió a los cielos.
Desde entonces cada vez que el agua baña ese paraje las orquídeas ríen y los árboles cantan.
Se dice que todo aquel que pisa allí es tocado por el amor divino, pero que su magia se esfuma al abandonar el lugar.
¡Una vez más la necedad de los hombres!¡Oportunidad perdida de probar el más dulce de los néctares, de experimentar el amor más pleno! Todo por el miedo a mezclarse con el sentimiento más poderoso, con el regalo más valioso de Venus…
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